Ha pasado más de una década desde que Djalta y Bimms, dos gorilas occidentales de llanura nacidos en un parque nacional en Inglaterra, fueron liberados de su cautiverio para vivir en libertad en las selvas de África Occidental. Pero incluso después de todos esos años, con los hogares de su crianza a tanta distancia de la vida silvestre en la que viven ahora, los lazos de cariño que forjaron con las personas que los criaron se mantienen intactos.
Djalta y Bimms son dos de las decenas de gorilas que fueron criados por el ecologista Damian Aspinall en el Parque de Vida Silvestre de Howletts en Kent. Los liberó de su cautiverio el 2003. Aspinall considera a los animales como miembros de su familia con tanta naturalidad que sus propios hijos se acostumbraron a vivir con gorilas desde pequeños. La hija mayor de Aspinall, Tansy, tenía solo 18 meses cuando conoció a Djalta y Bimms, pero fue suficiente para entablar las bases de una amistad que no se ha olvidado.
Aspinall y Tansy viajaron recientemente a la densa selva de Gabón, el hogar actual de Djalta y Bimms, para reunirse con ellos. “Estuvimos buscando por muchas horas en el río para encontrarlos, hasta que finalmente aparecieron luego de escuchar mis llamados”, cuenta Aspinall en un video de la reunión. “Es un privilegio ir y ver que un animal que criaste en cautiverio, que liberaste y que no habías visto por años, te salude como si fueras su hermano perdido. Pude ver cuan felices estaban de verme por la forma en la que jugaban conmigo. La manera en la que jugaban fue muy delicada”.
Aspinall no estaba seguro de cómo reaccionarían Djalta y Bimms al ver a Tansy, quien era sólo una niñita al momento de la liberación de los animales hace más de diez años. Pero independiente del paso del tiempo, logaron reconocerla. “A medida que Tansy se acercaba, podía escuchar a los gorilas gemir, y tuve más y más confianza en que ellos la aceptarían”, dice Aspinall.
Tansy admite que estaba un poco reticente a la idea de encontrarse con los animales a quienes solo había conocido en cautiverio, aunque pronto se dio cuenta que, para ellos, ella les era familiar. “Fue increíble ver no sólo que me conocían sino que también tenían miradas apacibles en sus rostros, estaban tranquilos. Me dieron seguridad y confianza inmediatamente”, le cuenta Tansy a Mail Online. “En ningún momento tuve miedo”.
“Fue genial ver a Tansy con sus viejos amigos”, dice Aspinall. El nivel en el que las experiencias emocionales de los gorilas se asemejan a las nuestras es un tema de debate académico, aunque algunas observaciones científicas sugieren que puede que no existan diferencias tan considerables. Al igual que los humanos, los primates son, por lo general, animales extremadamente sociables, y forman relaciones muy fuertes con los individuos del grupo. Se ha descubierto que los primates demuestran tener un comportamiento indicativo de pena y luto al enfrentar la pérdida de un compañero, por lo que una reunión como la que describimos arriba podría fácilmente gatillar sentimientos de felicidad y alegría.
La Fundación Aspinall, que administra dos parques naturales en el Reino Unido, enfoca su trabajo en devolver gorilas nacidos en cautiverio a la vida silvestre. Desde el año 2010, la organización ha liberado más de 50 gorilas en áreas protegidas de las selvas de Gabón.
httpv://youtu.be/KCA63RsSyVw