Esta historia es sobre el tofu, y por extraño que parezca, comienza con una amenaza de muerte. En realidad, con varias amenazas de muerte.
A finales del año pasado, el entomólogo de Harvard Piotr Naskrecki tenía su bandeja de entrada llena de amenazas de muerte. Lo llamaban “persona HORRIBLE” que pretendía “destruir la tierra”, además de muchos otros insultos.
¿Cómo un científico y fotógrafo se convirtió en el blanco de una furiosa comunidad de internet? Naskrecki, quien hace algunos años realizaba un estudio sobre saltamontes en el bosque de Guyana, en el Amazonas, encontró muchas otras especies que le resultaron interesantes. Y así, en octubre pasado, posteó en su blog la fotografía de una de estas criaturas, la gigantesca y peluda Araña Goliat. El científico describió que el espécimen encontrado tenía el peso de un cachorro pequeño y además, mencionó que lo habían matado para su preservación en el Museo de Zoología Comparativa de Harvard.
Palabras suficientes para hacer surgir el odio. Los internautas, aparentemente desconocedores del hecho de que la preservación científica de la flora y la fauna es una parte esencial del entender a las especies, y por tanto, de la protección a las plantas y animales, inundaron el blog con comentarios acusándolo de ser un asesino de especies raras y aún más extremo, amenazaron con matarlo.
A todo esto, Naskrecki respondió en su mismo blog aduciendo a lo ridículo que era enojarse con científicos preservacionistas que matan unos pocos animales con fines académicos, haciendo hincapié en que lo que él llamó “bio-matanza involuntaria” ocurre todos los días. “Ese tofu que consumes, porque ‘la carne es asesinato, probablemente viene de Brasil, donde plantaciones masivas de soya, han reemplazado lo que alguna vez fue un floreciente bosque, lo que ha decantado en la desaparición de miles de especies”, se defendió el interpelado.
A lo que el científico aludía era que después de Estados Unidos, Brasil es el mayor productor de soya del mundo y está presente en una variedad de mercados con productos que van desde el aceite a comidas preparadas. Para el período 2014-2015 el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) ha proyectado que el país asignará 31.5 millones de hectáreas para este cultivo (lo que constituye una cifra récord) y que cosechará 95.5 millones de toneladas de la legumbre, lo que también se configura en un récord.
Para tener espacio para cultivar la soya se necesita limpiar la tierra de otras plantaciones y, en el Brasil tropical, esto usualmente significa barrer con el bosque. El país sigue siendo uno de los más biodiversos del mundo, pero esto podría cambiar rápidamente. Los cultivos de soya avanzan en la Amazonía, y cooperan con acelerar la extinción de más de 38 especies de mamíferos, aves y anfibios en los próximos años. Por otro lado, en este lugar denominado el pulmón del mundo, se estima que unas 80.000 especies de plantas absorben cerca de 2 mil millones de toneladas de dióxido de carbono al año, lo que juega un papel crucial en la batalla contra el calentamiento global, ya que baja los niveles de gases invernadero del planeta. Sin embargo, a medida que las plantas y el suelo son removidos para ser reemplazados con soya, el carbón que estaba almacenado es liberado nuevamente en la atmósfera, acelerando el proceso contaminante.
Y no son sólo los bosques los que se ven amenazados por la creciente producción de soya de Brasil. El Cerrado, una vasta sabana que cubre una cuarta parte del país, es también uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta. Pero durante la década pasada, ha sido particularmente vulnerable, no sólo por las plantaciones de soya sino también por la ganadería que tiene lugar ahí. Entre el 2002 y el 2008, El Cerrado perdió en promedio 14.000 kms2 cada año. Estos números representan pérdidas masivas para las 32 especies de animales en peligro de extinción, así como también para las especies nativas de plantas, que son extremadamente necesarias para los pueblos originarios y que las utilizan como comida o medicina.
Cuando hablamos de la dieta promedio, es cierto que la industria es mucho más gravitante en la producción de soya que la demanda por productos derivados como el tofu. La mayoría de la producción mundial se usa para alimentar al ganado, aves de corral y peces de criadero o para hacer aceite. Pero cerca del 6% de esa producción va directo a esas comidas libres de carne y lácteos como la leche de soya, tofu y todos los reemplazantes de la carne.
Realmente el problema no es el tofu, sino la industria que con el fin de generar mayores ganancias no vela por estándares más amigables con el medio ambiente ni la fauna en los alrededores. Si hubiese más limitaciones para los cultivos de soya y otros similares (por ejemplo que sólo se permita cultivar en zonas que ha se han destinado para el cultivo en vez de continuar destrozando bosques y hábitats importantes para la fauna) estas consecuencias podrían reducirse considerablemente.
Visto en Munchies