Por Romina Bevilacqua
21 diciembre, 2014

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Hay al menos 5 billones de partículas de plástico, que equivalen a 268.000 toneladas flotando en los océanos, según un nuevo estudio realizado por un equipo de científicos de diferentes partes del mundo.

El planeta genera 288 millones de toneladas de plástico cada año, un número un poco mayor a las cosechas de vegetales de un año. Sin embargo de esas toneladas de plástico, sólo un 0.1% se encuentra en el mar. La nueva investigación muestra, por sobre todo, lo poco que sabemos acerca del destino de los desechos plásticos en el océano una vez que nos hemos deshecho de ellos.

¿Dónde va a parar?

Lo más obvio es ver el plástico desechado como escombro en las playas. Estos grandes pedazos de plástico no representan una buena noticia para las criaturas del mar que no están acostumbradas a verlo. Las tortugas, por ejemplo, consumen bolsas plásticas, confundiéndolas por medusas. En las islas al exterior de Hawaii, el albatros de Laysan alimenta a sus polluelos con material extraído de la superficie marina. Aun cuando los adultos pueden regurgitar el plástico ya ingerido, sus polluelos no pueden. Los albatros jóvenes son encontrados muertos con sus estómagos llenos de tapas de botellas, encendedores, y otro tipo de desperdicios plásticos, luego de haber muerto de hambre.

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El cuerpo de un polluelo de albatros se pudre, dejando la huella del plástico presente en su estómago.

Estos impactos visuales más grandes podrían ser solo la punta del iceberg. Los pedazos más pequeños de plástico, de menos de 2,5 milímetros de ancho (generalmente trozos más chicos de escombros más grandes), son omnipresentes en las muestras de zooplancton extraídas del Pacífico Oriental. En algunas regiones del Pacífico Central, existe en la actualidad una cantidad de plástico del mismo tamaño del plancton que es seis veces mayor a la del plancton real. A los pájaros, los peces y las ballenas que se alimentan de plancton les es muy difícil diferir entre el plancton real y el plástico, por lo que generalmente confunden el plástico por krill (especialmente las partículas de plástico con un color un poco más opaco).

Haciendo zoom

Sin embargo, aún todo esto no nos ayuda a ver la totalidad del problema. Debido a razones técnicas, Eriksen y su equipo no pudieron considerar las partículas más pequeñas. Sin embargo, estas pueden resultar aún más peligrosas.

Estamos hablando de pedazos no más grandes que 0.5 milímetros o menos, generalmente invisibles al ojo humano y que con frecuencia se generan en cosméticos o medicamentos que contienen nanopartículas o microesferas. Estas nanopartículas son relevantes ya que poseen un tamaño similar al de las formas más pequeñas de plancton (como el pico y el nano plancton) que pertenecen al grupo más abundante de plancton y son los contribuyentes más grandes en términos de biomasa y producción primaria. Cuando haces zoom, puedes ver que hay muchas cosas ocurriendo ahí.

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Aún no sabemos con exactitud cómo las nanoparticulas plásticas interactúan con la fauna marina pero lo que sí sabemos es que pueden ser absorbidas al nivel de las células individuales. Y lo que es peor es que son transportadores muy eficientes de moléculas orgánicas como el estradiol (droga utilizada para control de embarazo y fertilización in vitro), que llega al mar a través del sistema de alcantarillado. Por cierto, es esta eficiencia la que hace que las nanoparticulas sean consideradas al momento de pensar en el desarrollo de medicamentos. Se presentan como una gran forma de hacer que los medicamentos sean absorbidos por las células adecuadas.

Por lo tanto, no es sólo el plástico el que debe preocuparnos. Necesitamos ver lo que el plástico transporta, como por ejemplo las sustancias que se aferran a las nanoparticulas del plástico que podrían dañar severamente los ecosistemas marinos.

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Los tóxicos químicos de interferencia endocrina pueden ser concentrados un millón de veces más en niveles de segundo plano en las superficies de las partículas plásticas. Éstas pueden ser ingeridas por organismos  junto con los químicos absorbidos por ellos, lo que puede llevar a una alteración en el proceso reproductivo. Algunas especies, como las almejas bivalvias, han incluso cambiado su sexo por este motivo.

Los pedazos de plásticos que flotan en el mar también pueden ser colonizados por organismos malingos, incluyendo potenciales enfermedades bacteriales, como el cólera, y por insectos marinos que necesitan de una superficie firme donde poner sus huevos. El plástico del mar aumenta su número y su rango de alcance. El hecho de que los escombros marinos flotantes sean nuevos y duren por más tiempo que el que duraría cualquier otro material flotante natural los podría convertir en vehículos ideales para la inserción de especies invasivas que presenten consecuencias potencialmente devastadoras.

La contaminación plástica del entorno marino es la Cenicienta de los temas del mundo, atrayendo menos atención que sus horribles hermanas: el cambio climático, la acidificación, las empresas pesqueras, las especies invasivas o los desechos alimenticios. Sin embargo, la contaminación con plástico tiene relación con todas sus hermanas y amerita que la comunidad científica le ponga mayor atención.

Visto en: Iflscience

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