Simplemente increíble…
Esta es una de aquellas historias que probablemente no escucharás dos veces y que seguramente no olvidarás nunca. Ryan vive en la bahía de Hudson Bay donde tiene 120 perros esquimales a los que adora. Deja a sus perros cerca del mar en un lugar aislado que los provee de cobijo “el mejor lugar para dejar a los perros esquimales”, según él mismo dice.
Pero un día en 1992 ocurrió lo que siempre había temido.
Un oso polar entró a su terreno y se dirigió directamente hacia sus perros que llevaban collares y cadenas para que no escaparan.
Mientras miraba por la ventana no pudo mover ningún músculo, estaba paralizado.
En su mente pensaba en todas aquellas veces en las que cuando los osos polares en busca de alimento se enfrentaban a perros, los osos ganaban la batalla. Siempre.
Cuando creía que ya todo estaba perdido, ocurrió algo inimaginable…
El oso polar comenzó a jugar con sus perros.
Puedes imaginar la sorpresa de Ryan cuando los vio jugueteando como cachorros.
Y lo más impresionante es que el oso hizo de esta visita a sus amigos un ritual. Volvió año tras año justo antes de que el mar comenzara a congelarse.