Por Romina Bevilacqua
1 octubre, 2014

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Con 250 días de sol al año, el potencial de Mongolia en materia de energía solar es vasto pero muy poco utilizado. Pero eso está comenzando a cambiar. Una nueva iniciativa impulsada por el gobierno apunta a equipar las tradicionales viviendas con forma de domo llamadas gers (tiendas de campaña hechas de fieltro y lana de yak) con sistemas solares portátiles para los hogares (SHS) para hacer la vida un poco más fácil en las altas tierras del norte. Hasta ahora, casi el 70% de la población nómade tiene acceso a electricidad gracias a los paneles solares recientemente instalados.

A pesar de que Mongolia ha progresado por años en términos de desarrollo, alrededor de 800.000 personas de los 2.8 millones de habitantes del país aún viven un tradicional estilo de vida nómade. Estas comunidades tienden a vivir sin las comodidades modernas más básicas, como electricidad y sistema de cañería de aguas, aunque algunas familias pueden usar motocicletas o pequeños generadores de gasolina.

Gracias a los nuevos sistemas solares para viviendas, muchos nómades finalmente están viendo la luz. Literalmente. Este reciente cambio en su forma de vida está causando un impacto positivo para las familias nómades quienes ahora pueden hacer provecho  de la electricidad generada por el sol para mejorar la refrigeración de los alimentos, el uso de teléfonos celulares y uso de televisión para ver el pronóstico del tiempo, lo cual es esencial para la vida de un pastor. La capacidad de mantener un teléfono celular cargado también es un factor importante por razones de salud y seguridad. Ahora, los nómades pueden llamar a centros de salud en caso de emergencia o a doctores particulares para consultas médicas sin tener que hacer un largo viaje a la aldea más cercana.

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El uso de teléfonos celulares ha tenido un impacto especialmente fuerte al mantener en contacto a miembros de la familia que se encuentran a grandes distancias de Mongolia. A menudo, los nómades envían a sus hijos a internados para que reciban educación. Hoy las familias pueden cargar sus teléfonos con la energía solar y mantenerse en contacto con sus hijos, algo que era imposible hasta ahora.

“La mayoría de los hijos del campo se quedan en dormitorios de internados, ya que sus padres son nómades y es la única forma que tienen para recibir educación”, dice Bor, un pastor de la provincia de Arkhangai.

“Podemos llamar a nuestros hijos, que están en el internado y hablarles. También tengo hijos trabajando en Ulán Bator [la capital de Mongolia] y puedo hablarles a ellos también. Los paneles solares son algo muy útil en nuestras vidas”.

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