Por Catalina Vásquez
25 enero, 2015

Mali no ha sentido el césped bajo sus pies ni ha tenido contacto con otro elefante durante casi 40 años. Está rodeada de paredes y los árboles que puede contemplar, están fuera de la celda y de su alcance.

Fue separada de su madre en Sri Lanka a los 3 años y enviada a Filipinas como un regalo para Fernando Marcos en 1977, que entonces era el presidente. Hoy, con 40 años, Mali pasa la mayor parte de sus horas apoyada contra las paredes de concreto en un intento por aliviar el dolor de sus pies. Lo único que rompe la monotonía de su encierro es recoger los manís que le tiran los visitantes.

Diferentes campañas aseguran que su jaula, en el Zoológico Manila, le ha causado una depresión crónica y enfermedades que son una amenaza para su vida.

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Un santuario de elefantes inglés en Tailandia ha ofrecido un hogar para Mali y los fondos necesarios para trasladarla. Sin embargo, Filipinas se niega a dejarla irJason Baker, vice presidente de Tratamiento ético de los animales (PETA) en Asia comentó que: “Mali está sufriendo inmensamente, tanto física como mentalmente”. Explicó además, que no hay nada más importante para los elefantes que los amigos y la familia, dando el ejemplo de que en su hábitat natural, las elefantas se mantienen siempre en grupos. “Las tías cuidan a las crías, las abuelas enseñan y los hermanos juegan. Toda la manada participa en la crianza de los más pequeños. Los nacimientos son celebraciones llenas de alegría, y se siente dolor cuando los seres queridos se van.”

Estos animales complejos y sociales necesitan de otros que se vean como ellos, que huelan como ellos y que los comprendan para tener vidas felices. Mali está completamente sola en el Zoológico Manila y quizás lo más triste de todo, son los carteles informativos justo fuera de su jaula, donde se describe el hábitat en el que debiese vivir. Un lugar con césped y árboles pequeños, a diferencia del gris y duro concreto.

Los elefantes salvajes usualmente caminan hasta 30 millas todos los días a través de diferentes terrenos. El pequeño lugar en el que se encuentra Mali ha provocado que tenga roturas en la planta de sus patas que podrían ser fatales. “Las infecciones en las patas y la artritis son dos de las causas más comunes de muerte en los elefantes en cautiverio”, agregó Jason.

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Si Mali consigue el permiso para irse, PETA le ha reservado un lugar en el Santuario Boon Lott en Tailandia. Fue creado en 2005 por Katherine Connor, quien había tenido una carrera exitosa en el mundo de las ventas en Inglaterra antes de venir a vivir a Asia. Su proyecto es el hogar de 12 elefantes rescatados y el equipo tiene experiencia en la rehabilitación de animales enfermos. Katherine afirmó que espera con ansias darle la bienvenida a Mali en su familia. “Durante mis años rescatando elefantes en Tailandia, me han quedado claras dos cosas: los elefantes no pueden estar en cautiverio y menos solos.”

Si es que Mali logra vivir sus últimos años en el santuario, podrá explorar grandes áreas naturales, jugar en los ríos y socializar con otros elefantes.

Jason añadió: “Aunque Mali ha vivido en cautiverio todo este tiempo, en el fondo sigue siendo un animal salvaje. Estamos impacientes por conseguir el permiso de las autoridades filipinas para trasladarla al santuario. Su vida depende de ello.”

Puedes ayudar a Mali firmando esta petición para que sea liberada en freemali.com

Visto en: Mirror