Por Bárbara Samaniego
23 marzo, 2015

Mukesh Singh conducía el autobús en el que 6 hombres violaron, por turnos, a una chica de 23 años.

Hace ya 3 años, una estudiante india fue brutalmente violada en un autobús que circulaba por Nueva Delhi y murió como consecuencia de las terribles heridas internas que recibió. Había ido al cine a ver Life of Pi con un amigo. A las 8.30pm se subieron a un autobús en el que viajaban seis hombres: cinco adultos y un menor. Cada uno de ellos tomó turnos para violar a la mujer, antes de atacarla ferozmente con un objeto de hierro.

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La realizadora británica Leslee Udwin hizo un documental sobre el caso, luego de hablar con algunos de los violadores que fueron condenados a pena de muerte. El conductor del bus, Mukesh Singh, describió con detalle lo que había pasado durante y después del incidente. Según los fiscales, él también participó de la violación, mientras los hombres tomaban turnos para conducir, pero él asegura que se quedó todo el tiempo al volante. Jamás mostró remordimiento:

Una mujer decente no deambula por ahí a las 9 de la noche. Una chica es mucho más responsable de una violación que un chico. El trabajo doméstico es para las mujeres, no eso de andar circulando por discos o bares de noche, haciendo cosas equivocadas, usando la ropa inadecuada. Sólo el 20% de las mujeres son buenas. La gente tiene derecho a darles una lección. Cuando la violaban, no tendría que haber luchado en su defensa. Tendría que haber permanecido en silencio y permitir la violación. Si lo hubiera hecho entonces la habrían dejado ir después de ‘hacérselo’ y no la habrían golpeado.

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Otro de los hombres a los que entrevistó, Gaurav, había violado también a una niña de cinco años, sofocando sus gritos con su gran mano. Cuando le preguntó cómo podía haber atacado a alguien tan pequeño que no le llegaba ni a las rodillas, respondió con un desplante escalofriante: “Era una pordiosera. Su vida no tenía ningún valor”.

Estos crímenes contra las mujeres son parte de la historia, pero la historia completa empieza desde mucho antes. Comienza en el momento en que una niña no es tan bienvenida como un varón cuando nace. Cuando se restringen sus movimientos y se limita su libertad. Cuando es enviada a casa de su marido como una esclava doméstica. Si a una niña no se le da valor desde su nacimiento, entonces es lógico que existan hombres que creen que pueden hacer lo que quieran con ellas.

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El problema en India no es la falta de leyes. Es que no se cumplen las que hay. El artículo 14 de la Constitución le da igualdad absoluta de derechos a hombres y mujeres. La entrega de una dote de matrimonio es un delito, pero muchas familias mantienen esa costumbre de todos modos. El problema es, realmente, su mentalidad.

Pero siempre hay esperanza. Este caso terrible no dejó indiferente a todos. Un número sin precedentes de hombres y mujeres salieron a la calle en las ciudades de India para protestar. Se enfrentaron al frío de diciembre y a la represión gubernamental, que incluyó cañones de agua, golpes de bastones y bombas lacrimógenas. Su coraje y determinación fueron extraordinariamente inspiradores. En India puede encontrarse, a ratos, lo más oscuro del corazón humano, pero también puede encontrarse la semilla del cambio: estos nuevos pensadores quieren el cambio y lo reclaman a gritos.

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Visto en: Bbc.co.uk

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