Parece ser que no soy la única que tiene un hijo que le ha presentado un retrato muy poco favorable. Quiero decir, realmente, es un misterio que las madres mantengamos algo de autoestima tras las cosas que nos hacen pasar nuestros hijos…
¡Llevé a mi madre directa al manicomio! ¿Qué hiciste tú hoy día?
Ya es malo sentirse como una vaca cuando se da leche. Según lo que dibuja mi hijo, también parezco una vaca.
Pzzz… Tus pechugas se están escapando por arriba de tu camiseta. Y además, están un poco separadas.
No mami, aunque parezca otra cosa, solo estás vomitando en el baño. ¡Por suerte!
Creo que si me viera así, también estaría llorando.
¿Qué importa si me puso granos? Comeré todos los muffins que quiera, ¡maldita sea!
¡Es un travesti! ¡Es un gato! ¡Es MAMI!
Claro que mami está enojada. Papi está durmiendo en la esquina. De nuevo.
Eres un hombre sabio. ¿Puedes pasarle a mamá el vino?
Oye mami, no te ofendas, pero creo que es tiempo que te depiles.
Cállate, mi amor. Tú eres la razón porque mami toma en primer lugar.
¡No es un tumor! ¡No te tienes que ver tan asustado!