Por Candela Duato
14 octubre, 2014

Mi querida ricitos:

Todavía recuerdo el momento exacto en que se definió tu destino. Ni siquiera habías nacido. Fue el día de mi ecografía de la semana 19, tu padre y yo estábamos esperando nuestro turno. Yo necesitaba que fueras una niña, y sospechaba que tu padre quería que fueras un niño. Me acuerdo de haberle dicho a tu papá que estaba un poco triste porque esa sería la última vez que veríamos a uno de nuestros hijos en el monitor de ultrasonido. Él simplemente dijo “¿y por qué ésta va a ser la última vez?”

Fue en ese preciso momento que la idea de una tercer hijo se volvió realidad, y tú pasaste a ser automáticamente un niño del medio.

Dos años y medio más tarde, cuando sólo tenías dos años y empezabas a sentir tu peso en el mundo, no solo te transformaste en un hijo del medio, sino también en una hermana del medio. Nunca fuiste la mayor ni la menor, siempre pasabas de un grupo a otro cuando decíamos “las dos más grandes” o “las dos pequeñas”.

Sabía que tu situación no era fácil, pero no había nada que yo pudiera hacer. Siempre tenías que esperar a que yo terminara de alimentar a la bebé. Luego te decíamos que tenías que apurarte ya que había que llevar a tu hermana mayor al jardín. Estabas obligada a acostarte a dormir para que yo pudiera tener un minuto de descanso, y luego tenías que despertar para que fuéramos a buscar a tu hermana mayor en la tarde.

Ahora, a tus tres años de edad, has demostrado ser independiente, determinada, creativa y testaruda. Además, eres completamente inmune a cualquier tipo de amenaza o soborno. La posibilidad de quedarte sin postre, televisión o juguetes te da igual, y por eso algunas veces es difícil controlarte. Parece ser que lo único que quieres es lo que más me cuesta darte: mi absoluta y completa atención. Me es muy difícil hacerlo porque tengo a tres niñas, una casa de la que debo hacerme cargo y también tengo que escribir. Es difícil porque siempre quieres jugar juegos imaginarios, pero nunca me dices a lo que estamos jugando, entonces yo me equivoco y te enfadas.

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A pesar de que siempre vas a estar rodeada por las cuasi gemelas rubias con 5 años de diferencia, nunca sientas que debes ser como tus hermanas. Nunca sientas que tienes que ser la mayor, ni que tienes que ser un bebé. Estás justo en el medio, eres lo que une a las distintas partes, y esta familia no estaría completa sin la parte que se ubica justo en el medio de todo. Haré todo lo posible por no compararte nunca con las otras niñas. Probablemente fracase en mi intento, pero prometo esforzarme al máximo.

Veo como tratas de usar distintas personalidades, y tus intentos por captar atención: la niña mala que mordisquea a su hermana mayor hasta que ésta se cansa y te golpea, o que empuja al bebé una y otra vez. También te veo tratando de ser la niña dulce, que viene a todas horas a decir que me quiere, moviendo sus pestañitas y mandando besos al aire. También veo cuando tratas de ser la bebé, usando tu voz de bebé y copiando a tu hermanita pequeña.

Por favor no pases tus días tratando de ser alguien que no eres…es demasiado agotador. La experiencia me ha enseñado que debemos gastar nuestro tiempo y energía en descubrir quiénes somos realmente. Es una lección importante: Si alguien realmente te ama, va a aceptarte por todo lo que eres, y va a amar todo sobre ti. Si alguien dice que te ama porque eres delgada, inteligente, o por las ondas de tu pelo, entonces no te quieren de verdad. He tardado mucho tiempo darme cuenta de que puedo ser amada a pesar de mis defectos.

Es increíblemente liberador lograr sentirse cómodo y relajado en nuestra propia piel, ser uno mismo, y ser amado por eso. Puede que sientas que te ha tocado la parte más difícil por ser la hija del medio, pero estoy convencida de que la vida nunca nos da más de lo que podemos soportar. No lo veas como que no eres ni la mayor ni la menor, sino que eres ambas. Ninguna de tus hermanas puede tener un rol tan variado e importante; tendrás la protección de tu hermana mayor, y la posibilidad de guiar a tu hermana menor.

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Puede que algunas personas digan que la vida de un hijo del medio es la más difícil: siempre dejados de lado, pasando desapercibido entre los problemas del mayor y la intensidad del menor. Sin embargo, en algunos aspectos puede llegar a ser incluso más fácil: tienes a alguien que peleará con tus padres primero y que por tanto forjará su experiencia como padres primerizos, y además tienes a alguien que tendrá que lidiar con el complejo de nido vacío. Dicho esto, tampoco espero que te sientes a observar cómo ocurren las cosas a tu alrededor. Veo una chispa en ti, y esas ganas de forjar tu propio camino a pesar de estar situada al medio, o quizás debido eso.

Siempre he dicho que si no tuviera que preocuparme por el dinero, pediría dos cosas: sábanas limpias y una cama recién hecha todas las noches (si es que alguien más lavara las sábanas, por supuesto) y alguien que me trajera sándwiches frescos todos los días con una variedad exótica de rellenos. Acepta tu estatus de hermana del medio, porque todos los días de tu vida estarás rodeada por las sábanas nuevas de tus hermanas que te protegerán del resto del mundo, y al mismo tiempo serás el relleno exótico en el sándwich que es nuestra familia, haciendo que nuestra vida sea tanto más interesante y emocionante.

Puede que haya exagerado un poco con esas analogías, pero espero que entiendas lo que quiero decir.

Ahora me ha entrado el hambre.

Gracias por ser mi hija. Sea cual sea tu lugar en nuestra familia, siento que encajas de manera perfecta conmigo. Y siempre te voy a amar.

Besos,
Mamá

Original.