¡Conoce la historia del matemático más genial y excéntrico de todos!
Hagamos un recorrido por el nuevo libro, The Boy Who Loved Math. The Improbable Life of Paul Erdös (El chico que amaba las matemáticas. La improbable vida de Paul Erdös), de la escritora Deborah Heiligman y el ilustrador LeUyen Pham. Este precioso libro cuenta la historia del excéntrico genio húngaro; uno de los matemáticos más influyentes del siglo XX.
Paul Erdös nació en Budapest, en una familia compuesta por dos padres que eran profesores de matemáticas y dos hermanas que murieron de escarlatina. Su padre pasó los primeros 6 años de la vida de Paul como prisionero de guerra en Rusia, por lo que su madre Anna fue la encargada de nutrirle el amor por las matemáticas en sus primeros años.
The Boy Who Loved Math
Un día, cuando tenía 4 años de edad, le preguntó a una señora el día en que había nacido y la hora. Al rato le contestó los segundos de vida que había vivido. A Paul le encantaba este truco, y solía hacerlo a menudo…
Marie A
Pero a causa quizás de su inteligencia extrema, a Paul no le fue muy bien en la escuela, pues no podía permanecer quieto. Es así cómo le dijo a su mamá que no quería seguir asistiendo. Para suerte de él, su mamá era bastante hipocondriaca, le preocupaba que su hijo se contagiara con peligrosos gérmenes de otros niños, así que no se molestó en aceptar la propuesta.
Paul fue confiado al cuidado de la señora Fraülein. Ella y su madre hicieron todo por él, le cortaron la carne en pedacitos, le ponían la mantequilla a su pan, y lo vestían. Afortunadamente estos consentidos trato dieron lugar a que se formara un genio:
karinrytter
Cuando tenía 20 años, ya era conocido mundialmente como El Mago de Budapest, pero él todavía vivía con su mamá que le lavaba la ropa, le cocinaba y le ponía mantequilla en su pan.
Marie A
A los 21 años, Paul fue invitado a Inglaterra para trabajar como matemático. En la estadía fue a una cena, todos charlaban y comían, pero Paul miraba su pan y su mantequilla. ¡Ni siquiera sabía cómo untarlo!
Al crecer, Paul, se dio cuenta de que el camino tradicional -establecerse en un lugar con una mujer e hijos- no era los suyo. Él deseaba dedicarse a las matemáticas durante 19 horas al día. Paul se subió al avión con dos pequeñas maletas, y se dedicó a volar por todo el mundo, declarando que “el mundo era su casa”…
Aslı Omur
Comenzó a quedarse en casa de los matemáticos de todo el mundo, y cuidaban de él como su madre lo hacía. Él no era el más fácil de todos los huéspedes, se levantaba a las 4 de la mañana para hacer matemáticas, y una vez tiñó toda una cocina de rojo por tratar de abrir una caja de jugo de tomate. Pero sus amigos de todo el mundo lo amabaN por su mente brillante y generoso espíritu de colaboración.
Erdös colaboró con más de 500 matemáticos, interactuando alrededor de todo el mundo. Estas colaboraciones facilitaron el camino para las matemáticas modernas.
Ladan Mahabadi
Se hizo conocido cariñosamente como el tío Paul. Él se dispuso a nunca dejar de hacer matemáticas, y así lo cumplió: murió un día en que se encontraba en una reunión de matemáticas.
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