¿Divertido o humillante?
Si hace no tantos años la publicidad se basaba exclusivamente en estereotipos, ahora las cosas no están muy diferentes; la forma de promocionar los productos está siguiendo una tendencia humorística que, en algunas ocasiones, revela un sexismo casi tan fuerte como el de la mitad del siglo pasado. Estas son 4 formas de publicitar productos que podrían ser tomadas como un insulto para los hombres:
1. Suponer que los hombres son estúpidos y que están orgullosos de serlo.
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Seguramente todos han visto en anuncios televisivos o en revistas publicidades de este tipo. Éstas se refieren a que los hombres no podrían hacer bien ni lo más mínimo que se aleje de sus intereses estereotipados. Un hombre, por ejemplo, sería un desastre en la cocina, como también al limpiar cualquier tipo de desorden; más bien, el sería el responsable de ocasionarlo y el que debe ordenar o pedir ayuda a la mujer para solucionar este tipo de problemas.
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En esta clase de anuncios, el hombre es un sujeto inmaduro que está feliz de serlo y se guía nada más que por sus instintos más básicos. Un anuncio de Dodge sobre un nuevo auto es el ejemplo perfecto para esto, en la publicidad se escucha al narrador decir: “Me afeitaré y limpiaré el lavabo después de hacerlo… Escucharé la opinión que tienes de mis amigos… Seré civilizado con tu madre… Bajaré la tapa del escusado… Dejaré mi ropa interior sucia en el canasto… y porque hago esto, podré manejar el auto que quiero manejar.“
2. Cuestionar o resaltar la masculinidad.
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Esto es algo que se suele ver mucho en las campañas publicitarias de cervezas y desodorantes. Como si sólo los hombres pudieran beber cerveza, y de hacerlo, volverse más varoniles; o si un hombre usa una determinada marca de desodorante tendrá más éxito con las mujeres, porque olerán su aroma “masculino” y no podrán despegarse de él.
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A veces estas posturas son tan exacerbadas que dejan la visión de que cualquier hombre que no siga la línea de ese producto será considerado en menos por la “comunidad masculina” y deberá resignarse a usar vestidos, oler a rosas, beber alcoholes de colores fuertes con una pequeña bombilla, y ser uno más en un grupo de mujeres o divertirse con amigos de gustos similares.
3. Disfrazar productos ordinarios de limpieza como si fueran herramientas de trabajo masculinas.
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No hay mucho que decir sobre los instrumentos de aseo personal que hombres y mujeres han usado desde hace siglos. Por eso para las empresas que venden estos productos se les ha hecho difícil encontrar la forma de publicitarlos. ¿Qué se podría decir de una máquina de afeitar, del desodorante, de la escobilla o pasta dental? Visualmente, estos objetos han tenido que sufrir grandes transformaciones, sólo para resultar atractivos para un público que busca la novedad en todo.
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No sólo su aspecto visual ha cambiado hasta lo absurdo, sino que también los nombres han llegado a una sofisticación difícil de entender. Sólo cabe aceptar esa apariencia “tecnológica” y suponer que si hay ciencia e ingeniería por detrás ese producto debería ser bueno. Ya es común ver X en los nombres, o números que podrían indicar sus muchas versiones: 3.7, beta, o también la aparición de materiales que suenen bien al oído, como Titanium, Quattro, Match 5, u otras denominaciones… Básicamente, se intenta transformar los útiles de aseo en los martillos y hachas del hombre moderno.
4. Relacionar comidas y sabores con un género exclusivo.
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Es curioso que ciertas comidas sean etiquetadas como si fueran más para un género que para otro. Es cierto que algunos alimentos son más beneficiosas en temas de salud dependiendo de si el que lo consume es hombre o si es mujer, pero llevar esto hasta el extremo cuando de publicidad se trata, es complicado. El pensamiento general a veces indica que, por ejemplo, el yogurt es un alimento femenino, y que la carne tiene mucho más de masculino que de femenino. Esto no tiene gran lógica, porque cada persona es diferente y en el tema de gustos o preferencias, no se puede encasillar de manera tan cerrada.
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¿Cuándo irá a terminar esto?…
