Por Catalina Vásquez
17 abril, 2015

Los han perseguido, han destruido su hogar y ahora estos primates están pagando un injusto precio. 

Nuestros primos genéticos, los gorilas de montaña, han sido el sujeto de continuos esfuerzos de conservación durante décadas. A pesar de esto, hoy quedan menos de 900 en el mundo salvaje debido a su caza y destrucción de hábitat. Ahora la secuenciación genética ha revelado el precio que estas constantes amenazas le han costado a su genoma.

La investigación, revela una impactante pérdida de diversidad genética, pero también resulta ser un poco más optimista de lo que esperábamos, según el artículo publicado originalmente por la página web IFL Science.

Amenazas causadas por el hombre

Los gorilas se clasifican en dos especies: una en el Oeste de África (Gorilla gorilla) y uno al Este (Gorilla beringei). Los gorilas de montaña son una subespecie del gorila del Este, y se diferencian de los otros en que su hábitat se encuentra en grandes alturas. Esto tiene consecuencias para su dieta y fisiología, como por ejemplo, el tener un pelaje más grueso y largo, lo cual los ayuda a sobrevivir a temperaturas más frías y al ambiente más húmedo y nublado.

El número de gorilas de montaña viviendo en los terrenos volcánicos de Virunga (en las fronteras de Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo) disminuyó a 253 en 1981. Desde entonces, los esfuerzos de conservación han logrado aumentar su número a unos 480 individuos. Y además, hay otra colonia de unos 400 gorilas de montaña a unos 30 kilómetros al norte, lo que da una suma total de tan sólo unos 880 gorilas de montaña sobreviviendo en el mundo silvestre.

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La nueva investigación se basa en muestras de sangre recogidas de gorilas nacidos en el mundo salvaje y es el primer estudio completo de genoma; ya que los estudios previos han utilizado ADN de muestras fecales, u observado a secuencias mucho más pequeñas.

Disminución crónica

Análisis de los datos de genoma revelaron que además de sufrir un colapso dramático en su número durante el último siglo, los gorilas de montaña ya habían vivido una enorme baja hace varios miles de años atrás. Estos eventos resultaron en una pérdida muy significativa de diversidad genética y en mucha más endogamia de la que podría llegar a esperarse: lo que resulta en que dos gorilas de montañas son típicamente idénticos en más de un tercio de su secuencia genética, lo que en comparación con el humano, es de un porcentaje mucho más bajo.

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La endogamia aumenta la amenaza de enfermedades y cambio ambiental, al reducir la capacidad de los gorilas de montaña de adaptarse. También significa que tienen una carga más fuerte de mutaciones dañinas que otras especies de gorilas.

Resquicio de esperanza

Sin embargo, no todo está perdido: muchas de las mutaciones más severamente dañinas son menos comunes en los gorilas de montaña que en otras subespecies, y parecen haber sido depuradas. Estas son mutaciones que interrumpen la operación de un gen al acabar de forma prematura con las proteínas que produce. Se espera que tales mutaciones sean más problemáticas que otras que sólo pueden alterar ligeramente la proteína, y algunas de ellas serán muy dañinas o incluso letales si la proteína realiza algún trabajo esencial en el cuerpo.

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Para ver el por qué las mutaciones severamente dañinas pueden verse reducidas como resultado de la endogamia, hay que considerar que es menos probable que en una gran población alguien quien lleve consigo tal mutación se conozca y tenga hijos con otro portador. La mutación es capaz de persistir porque tenemos dos copias de cada gen, lo que significa que usualmente sólo esta presente de forma singular en una cría. Sin embargo, en una población consanguínea, es más probable que los portadores se apareen con otros que posean la misma mutación, lo que significa, será más probable que sus hijos tengan dos copias. Y siendo así, esto tiene consecuencias letales para los hijos y se previene que la mutación sea transmitida.

Tal como los grandes simios, los gorilas de montaña son primos cercanos de evolución de los seres humanos. Por eso, el entender su evolución nos entrega también algo de información sobre nosotros. Por ejemplo, se cree que nuestros propios ancestros también experimentaron reducciones graves en el tamaño de población al menos una vez durante la evolución, y otros parientes cercanos, como los Neandertales, se extinguieron de esta forma. Entonces, los gorilas de montaña nos entregan la oportunidad de estudiar el cómo los humanos pueden haberse adaptado genéticamente a esta condición.

Justicia para los cazadores

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También se espera que los detallados datos de secuencia genómica recopilados a lo largo de esta investigación, ayuden a los esfuerzos de conservación de una forma práctica. Ahora que hay disponible un amplio mapa de genomas sobre las diferencias que existen entre las poblaciones, será posible identificar los orígenes de los gorilas que han sido capturados ilegalmente o cazados. Esto permitirá que más gorilas sean regresados al estado salvaje y será mucho más fácil el perseguir a quienes los matan para la venta de souvenirs y alimento. Así que, a pesar de las amenazas a las que se enfrentan, hay razones para ser optimista sobre el futuro de los gorilas de montaña. Para esto, deben mantenerse los esfuerzos de conservación y debe ponerse un alto a la invasión de su hábitat. Ya que según sugiere esta investigación, a pesar de que tengan una baja diversidad genética, los gorilas de montaña aún no han cruzado el punto de no retorno. Pueden continuar sobreviviendo y regresar en números más grandes si los ayudamos.