Las consecuencias de este problema te harán recordar la película “El Día Después de Mañana”.
La poderosa corriente marina que lleva el calor tropical desde el Sud Atlántico a los países del norte, se ha desacelerado a un nivel “sin precedentes en el último milenio”, según una investigación publicada recientemente. El fenómeno ha creado un inusual pozo de temperaturas frías en el lejano Atlántico Norte, mientras que el calentamiento global sube las temperaturas del resto del mundo.
Sí, es la misma catástrofe climática concebida en El Día Después de Mañana, película de 2004 que cuenta cómo una corriente desacelerada gatilla una nueva era de hielo y congela Nueva York por completo. En la vida real no se espera que ocurra esto, pero sí se cree que la corriente podría causar inundaciones costeras graves entre Nueva York y Boston, y afectar la distribución de la vida marina, poniendo la industria pesquera de las costas en riesgo.
Si esta desaceleración persiste o se intensifica, el clima podría cambiar significativamente en partes del Hemisferio Norte que tradicionalmente se veían beneficiadas con el calor que traía esta corriente, afectando todo, desde la agricultura hasta el transporte público. “Estas son las cosas que me dan miedo”, dijo el oceanógrafo Scott Rutheford, de la Universidad Roger Williams, en Rhode Island, uno de los autores del nuevo estudio. “¿Cuánto va a cambiar esto la temperatura, el nivel del mar, los ecosistemas marinos? Estamos empezando a lidiar con cosas más grandes ahora”, agregó y continuó: “¿Podemos detener esto? Sí”, afirmó. “Ya estamos sumidos en el calentamiento global, yo diría que nos debemos enfocar en minimizar los efectos tanto como podamos”.
Algunas anomalías que se han visto en el último tiempo en el mundo:
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Es primera vez que los científicos han analizado las tendencias de la “Circulación Meridional Atlántica” (AMOC) por un periodo tan largo, lo cual les permitió contrastar su estado actual con las condiciones existentes hace 100 años o más. La desaceleración es otra señal más reciente de que la quema excesiva de combustibles fósiles –que dio origen al calentamiento global– es lo que ha convulsionado al planeta.
La semana pasada, el National Snow and Ice Data Center (Centro nacional de Datos de Nieve y Hielo) anunció que se formó menos hielo de mar en el Ártico este invierno que en cualquier otra época durante los últimos 35 años registrados en satélite. La NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), por su parte, anunció que globalmente, el invierno 2014–15 fue el más cálido registrado (excepto en la Costa Este de los Estados Unidos y en partes del oeste de África y de Europa, todas áreas que se vieron inusualmente frías, y que dependen de esta corriente para obtener calor.
El estudio publicado en Nature Climate Change buscó tendencias en la corriente, que fluye entre Norte y Sudamérica, transportando calor hacia el norte y el frío hacia el sur. (La Corriente del Golfo, de la que muchos aprendimos en la escuela, es parte de esta circulación mayor). En adición al registro escrito, los investigadores usaron los datos que provenían de la interpretación de los registros de la propia naturaleza (muestras del núcleo de los sedimentos de hielo y mar, así como de los anillos de los árboles) para ir atrás en el tiempo.
Al deducir las temperaturas de la superficie marina de las temperaturas promedio de la tierra y del mar, ellos descifraron qué temperatura debía tener la corriente, y basados en eso, determinar su salinidad y velocidad. “Durante unos 900, casi 1000 años, la AMOC ha estado relativamente estable”, dijo Rutheford. “Tiene variaciones, pero no es hasta 1900 que comenzamos a ver un declive más o menos sostenido”. “Desde 1970 a 1990, vemos un descenso muy rápido de la temperatura en la corriente, seguido de un periodo más cálido desde 1990 a 2010. Pero desde 2010, comenzamos a ver un descenso nuevamente”, afirmó.
Ambos enfriamientos de la corriente ocurrieron poco después que grandes cantidades de agua dulce aparecieran en el Atlántico Norte. La primera parte provenía de hielo del Océano Ártico que se dirigía hacia el Atlántico Norte, y la última, de los glaciares de Groenlandia, que se han estado derritiendo con mayor rapidez desde los 90′.
Científicamente, “Es un poco exagerado ahora, relacionar las bajas temperaturas y la nieve caída registradas este invierno en gran parte de la Costa Este, con la corriente oceánica desacelerada”, dijo. “Pero es el tipo de cosa que esperaríamos, basado en el modelo de cambio climático”.
“Como científica, este es un punto de referencia más para añadir a nuestros registros”, señaló la científica climática Katharine Hayhoe de la Universidad Texas Tech. “Como humano, sin embargo, es un claro recordatorio de que nuestras opciones tienen consecuencias y que las oportunidades de escoger un futuro mejor se están mermando”.
Visto en: Take Part