Por Romina Bevilacqua
4 marzo, 2015

Un nuevo estudio te hará reconsiderar tu apetito por los chocolates y helados, entre otras cosas.  

En los últimos 50 años ha habido un incremento importante en los aditivos de alimentos empaquetados. Científicos especializados añaden estos ingredientes extra por una variedad de razones, tales como la mejora de la textura y el sabor, o para hacer que el producto sea más duradero o que se vea más atractivo. Los helados perfectamente batidos y barras de chocolate muy cremosas son posibles, por ejemplo, gracias a los emulsionantes: sustancias que ayudan a la mezclar cosas que usualmente no se mezclarían.

Aunque los estudios han indicado que los emulsionantes son seguros, una nueva investigación publicada en la reconocida revista Nature sugiere que estas pruebas no fueron las adecuadas, ya que se ha descubierto que estos aditivos pueden alterar la delicada composición de microbios en el intestino. Pero aún hay más. Se descubrió que los emulsionantes pueden gatillar la inflamación intestinal e incrementar el riesgo de la enfermedad inflamatoria intestinal y una rama de condiciones relacionadas a la obesidad, colectivamente conocidas como síndrome metabólico. Aunque los investigadores aún no han probado si estos resultados –probados en ratones– también ocurren en en los humanos, proponen que estos ingredientes contribuyen al incremento observado de estas enfermedades desde la mitad del siglo 20.

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El aparato intestinal es el hogar de una diversa y vasta colección de microbios conocidos como flora intestinal. Lejos de ser invitados indeseables, estos bichos otorgan una variedad de beneficios como por ejemplo, la asistencia en la producción de hormonas y vitaminas. Sin embargo de la misma forma en la que necesitamos esta flora para mantener una buena salud, no queremos que se acerquen mucho a nuestro delicado revestimiento intestinal. ¿La razón? Pueden despertar al sistema inmunológico y desencadenar una inflamación que, de no ser controlada, puede provocar una enfermedad inflamatoria intestinal y quizás incluso un síndrome metabólico –un grupo de condiciones que incrementan el riesgo de enfermedades al corazón y diabetes–.

Para prevenir que esto ocurra, nuestro intestino está revestido con mucosidad que mantiene a los microbios a una distancia segura. Las cosas que alteran la interacción entre estas bacterias y la mucosidad protectora pueden potencialmente promover el inicio de enfermedades asociadas con inflamación intestinal crónica. Ya que los emulsionantes son moléculas parecidas al detergente, que incrementan el movimiento de las bacterias en laboratorios, los científicos se preguntaron si podrían también promover la inflamación y, por lo tanto, la enfermedad inflamatoria intestinal.

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Para explorar esta idea añadieron dos emulsionantes comúnmente usados a la dieta de ratones en concentraciones comparables a lo que se encontraría en alimentos procesados. Muy pronto sus intestinos se inflamaron y mostraron síntomas de síndrome metabólico como obesidad y niveles de azúcar en la sangre elevados. Investigaciones posteriores revelaron que junto con estos síntomas, la composición de su flora intestinal cambió drásticamente. No sólo hubo un incremento en las especies conocidas por gatillar inflamaciones y ser capaces de digerir y adentrarse en la mucosidad, sino que también una disminución en la presencia de las especies anti-inflamatorias. De forma interesante, síntomas parecidos a los del síndrome metabólico no fueron vistos en ratones criados para no tener gérmenes, pero estos animales pronto desarrollaron estos problemas cuando se trasplantaron heces de ratones alimentados con emulsionantes.

Por supuesto, estos descubrimientos podrían no aplicarse a los seres humanos, por lo que los investigadores planean investigar más a fondo para intentar descubrir si están –o cómo están– afectando nuestra flora intestinal, lo que podría tener consecuencias para la epidemia de obesidad que estamos viendo en diversos países.

Visto en: IFLScience