En lo que va de este año, al menos 736 rinocerontes han muerto a manos de cazadores furtivos en Sudáfrica, lo que ubica al año 2014 como el peor año en términos de pérdidas de rinocerontes. Sin embargo, mientras la tragedia de la caza furtiva se asocia a menudo con imágenes de cuerpos ensangrentados brutalmente despojados de sus cuernos, una de las partes más dolorosas de esta práctica ilícita se puede ver en los rostros de aquellos que sobreviven.
A principios de este mes, los conservacionistas de la Unidad Protrack contra la caza furtiva, compartieron la desgarradora historia de una joven rinoceronte hembra que fue encontrada vagando sola a lo largo de una carretera en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, probablemente después de haber perdido a su madre a manos de los cazadores furtivos.
Liam Burrough, un automovilista que pasaba por la carretera, fue uno de los primeros en encontrarse con el indefenso animal, y se detuvo para ayudar al rinoceronte bebé que yacía bajo el calor del sol africano. “Muy deshidratada, cubierta de heridas y claramente buscado sombra de forma desesperada, la pequeña rinoceronte se acercó a mi auto. Ella gritó al vacío, miró por un momento y luego apoyó su hocico en mi puerta”, escribió Burrough en su página de Facebook.
“Se desplomó sobre sus patas traseras y luego en su vientre, para lograr un momento de descanso a la sombra del auto. Sin duda, había perdido a su madre siendo muy joven a manos de un cazador furtivo aquí mismo, en una de las zonas más afectadas por la caza furtiva en el Kruger”, agregó.
Mientras esperaba a que los guarda parques llegaran a la escena, vertió agua sobre la rinoceronte para enfriar su piel. Burrough dice que trató de tranquilizar a la rinoceronte bebé para que sintiera que todo iba a estar bien, y señaló que a pesar de las terribles circunstancias que la llevaron a ese momento, el animal todavía parecía confiar en él. “La trágica ironía en todo esto es que el rinoceronte se había acercado a las mismas criaturas responsables de que ahora fuera huérfana, en busca de consuelo”, escribió Burrough.
La pequeña rinoceronte, que ha aún no tiene nombre, fue enviada al Centro de Rehabilitación para el Cuidado de la Fauna silvestre de África, para recuperarse, donde se unió a un grupo de otros rinocerontes que han quedado huérfanos debido a los cazadores furtivos. Sus cuidadores informan que ella está “muy bien”, aunque dada su corta edad, existe la posibilidad de que nunca pueda volver a su hábitat natural.
Visto en: The Dodo