Por Romina Bevilacqua
15 noviembre, 2014

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Muchos animales por lo general son recelosos con los humanos, particularmente cuando están en la compañía de sus bebés. Pero en una apuesta desesperada por salvar la vida de su cría recién nacida, una mamá jirafa se acercó a los humanos para que la ayudaran.

Un par de meses atrás, mientras caminaba por las tierras de la Reserva Natural Privada Oori en Sudáfrica, Sam Wingate y un amigo fueron abordados por una jirafa hembra. La reconocieron como la misma jirafa que habían visto a la distancia el día anterior en compañía de su cría recién nacida, pero ahora se encontraba sola y parecía angustiada.

Sam, un guía de vida salvaje de 1 2 Go Tours, dice que tenía la sensación de que la jirafa necesitaba ayuda, pero que no estaba seguro de cuál era el problema. Así que la pareja cautelosamente empezó a caminar en la dirección de la jirafa, ella se dio vuelta y los guió a un árbol a unos 3 metros de distancia.

Ahí, recostada en la sombra, descubrieron a su recién nacida quién parecía ser incapaz de levantarse. “Cuando la vi por primera vez, pude notar que acababa de nacer”, contó Sam a The Dodo. “Podías ver que su cordón umbilical aún no había sido cortado”.

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No estaba seguro de qué debían hacer después, pero pronto se dieron cuenta de que tenían que buscar ayuda. En un principio, Sam no quería acercarse a la cría por miedo de que la madre lo viera como una amenaza. “No quería acercarme con ella aún junto a la cría. Una patada podría haberme matado”, dijo Sam. “Pero a lo mejor sintió mi vacilación, ya que se hizo a un lado. Esa fue la parte más increíble de la historia. De verdad se hizo a un lado para que me pudiera acercar a la cría”.

Mientras la mamá de la recién nacida miraba desde la distancia, Sam y su amigo trataron de ver qué estaba mal, sospechando que la cría podría haber salido mal de la jirafa cuando nacía y quizás estaba aturdida. No parecía estar sangrando o herida. “De alguna manera logramos levantar a la jirafa para que se parara y caminó un par de pasos y se cayó”, recordó Sam.

Después de decidir que el animal cansado necesitaba más ayuda de la que podían darle, Sam y su amigo se fueron y pararon en una casa para poder llamar al veterinario. Desafortunadamente, descubrieron más tarde que el veterinario había descubierto a otro animal en un peor estado, así que no pudieron hacer mucho para ayudar a esa pobre cría que murió un poco después.

A pesar de este triste final, Sam sospecha que la mamá de la cría puede aún estar agradecida de que al menos trató de ayudar. Después de ese notable encuentro en el que los guió a su recién nacida, se ha encontrado con la misma jirafa muchas veces. “Muy seguido se me acerca, más que las otras. Me gustaría pensar que es gratitud”, dice Sam. “Se me acercó en un momento de desesperación cuando su hija estaba muriendo. Buscó el apoyo más cercano que tenía y ese fui yo”.

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