Por Romina Bevilacqua
19 octubre, 2014

shutterstock_136164980

Un estudio publicado recientemente en PLOS ONE confirma lo que muchos de nosotros ya sospechábamos: el amor hacia un perro puede ser extremadamente similar al amor de una madre por su hijo. 

El adoptar y criar a diversas especies ha ocurrido por miles de millones de años –el primer perro domesticado data de 32.000 años atrás–. Alrededor  de dos tercios de los norteamericanos poseen mascotas y destinan alrededor de $50 billones de dólares cada año para sus cuidados y bienestar.

En este estudio, investigadores del Hospital General de Massachusetts buscaron comparar directamente la “neuroanatomía funcional del lazo entre humanos y sus mascotas con aquel lazo de la madre y sus hijos”. Para lograrlo, hicieron que diversas mujeres miraran fotografías de sus bebés y de sus perros, así como imágenes de bebés y perros a los que no conocían.

Había una red común de zonas del cerebro involucradas en la emoción, la recompensa, la afiliación, el procesamiento visual y la cognición social cuando las madres vieron imágenes tanto de sus hijo como de sus perros“, se lee en el estudio. Sin embargo cuando las mujeres veían las fotografías de bebés y perros a los que no conocían, no provocaban la misma reacción.

theres-a-reason-you-love-your-dog-like-a-child-says-science

“Aunque este es un pequeño estudio que podría no aplicar a otros individuos, el resultado sugiere que hay una red común en el cerebro importante al momento de generar lazos entre pares y su mantenimiento, que se activa cuando las madres vieron imágenes de sus hijos y perros”, dice Luke stoeckel, PhD, del Departamento de Psiquiatría del Hospital General de Massachusetts y coautor del estudio.

En el estudio también se encontraron leves diferencias que podrían aportar interesantes descubrimientos en la relación humano-perro. En una región del cerebro conocida como el giro fusiforme –área de reconocimiento de caras– se activó más cuando las madres veían a sus perros que cuando miraban a sus hijos. “Dada la primacía del lenguaje para la comunicación humano-humano”, escriben los autores, “las señales faciales pueden ser un dispositivo de comunicación más central para la interacción entre perros y humanos”.

Aunque aún hace falta ahondar más en estas investigaciones, es de esperar que formemos lazos tan importantes como los que se señalan con nuestros perros, si después de todo no solo son “el mejor amigo del hombre” sino que forman parte de la familia de cada uno.

Original