Por Romina Bevilacqua
24 enero, 2015

Desde 1950 el ecoturismo en la Antártida ha sido un tema delicado y complicado. Si bien llevar a diversas personas a este remoto lugar ayuda a atraer la atención a sus problemas ambientales, también existe un riesgo que involucra a sus habitantes alados. En 2006, la población de pingüinos papúa se vio muy afectada cuando 400 pingüinos murieron de gripe aviar y dos años más tarde otro brote volvió a atacar a la misma colonia, pero esta vez los resultados fueron aún peores: hubo una tasa de mortalidad del 60% de la población.

En ese entonces no se conocían las razones del extraño brote de la enfermedad, pero ahora han relacionado ambos casos a patógenos humanos. Y debido al crecimiento en la industria turística de la Antártida, esta tendencia podría continuar y aumentar, según advierte un artículo publicado en el New Scientist. Las poblaciones de pingüinos se han mantenido aisladas por tanto tiempo, que no han podido desarrollar una resistencia a enfermedades comunes y algunos expertos dicen que mientras más humanos visiten al séptimo continente, los pingüinos estarán cada vez más expuestos y amenazados.

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Wray Grimaldi de la Universidad de Otago en Dunedin contó a New Scientist que “la presencia de un aumento de la industria del turismo e investigación no ocurrirán sin consecuencias”. Actualmente existen ciertos programas de monitoreo y protección puestos por la asociación de operadores del turismo en la Antártica, International Association of Antarctic Tour Operators (IATTO). Y en la web han subido guías para los turistas que visiten la región para evitar la contaminación y reducir las posibles pestes.

También hay restricciones para los barcos y el número de turistas, pero no son suficientes para cubrir con el aumento de las amenazas biológicas. Y algo que preocupa a muchos es que tampoco hay un plan para monitorear posibles brotes de enfermedades en un escenario donde existen agencias que han visto la afluencia de turistas incrementadas entre 400% y 700% en los últimos 14 años.

Michael Lueck, profesor de turismo en la Universidad de Tecnología de Auckland señaló que el ecoturismo podría ayudar a la Antártida al actuar como embajadores del continente proveyendo activismo y donaciones, pero también está consciente de las consecuencias que es turismo trae a la región. “Hay ciertos operadores que forman parte de la Asociación Internacional de Operadores de Tour y están haciendo un buen trabajo. Pero la mayor preocupación son aquellos que no son miembros, ya que no tienen ninguna regulación específica“.

Visto en: Vice

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