Por Ignacio Mardones
17 diciembre, 2015

Seamos sinceros, ¿cuántos de los que han pagado membresías asisten regularmente?

Los gimnasios se están transformando en un negocio muy lucrativo. Los que son dueños tienen una ventaja muy grande: ni siquiera necesitan que los clientes asistan al establecimiento, lo único que importa es que paguen la membresía. Eso para cualquier otra área del comercio es inviable, porque no todo funciona así; las tiendas necesitan de gente comprando en ellas para ganar dinero, también los restaurantes y cualquier tipo de local con venta a público.

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Un gimnasio vacío puede ser un gran negocio. No importa que las máquinas estén vacías, de hecho, puede ser mejor, porque a muchos les gusta ejercitarse en soledad. Luego esas personas que comenzaron a pagar las cuotas, dejarán de ir con el tiempo, pero mantendrán sus suscripción más que nada por la culpa y el sueño de volver cuando se esté menos ocupado o se tenga más entusiasmo.

Los gimnasios con precios muy bajos suelen tener miles de miembros. Un gran gimnasio de Nueva York puede tener una capacidad para 300 personas, pero el número de inscritos en sus registros anda por los 6.000. La verdad es que el establecimiento no daría abasto si es que todos decidieran asistir al mismo tiempo. Por eso, algunos gerentes han entendido que la clave está en elegir al tipo de gente que paga pero no asiste.

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Los diseñadores han ayudado en ese ámbito. Ellos fueron capaces de lograr que los gimnasios se parecieran más a vestíbulos de hotel que a un lugar donde vas a transpirar. Anteriormente, estos lugares estaban hechos para fisicoculturistas y gente que iba todos los días. Ya no. Hoy se atrae a los hombres y mujeres por los refrescos y sándwiches del sector de alimentos, por la sala de masajes o por la vida social que se puede generar dentro. Y a ese tipo de personas no le interesa ir 5 veces a la semana.

El otro truco que usan para conseguir clientes poco comprometidos, es el de los contratos a largo plazo. Una membresía anual deja ligado al cliente a pagar una suma considerable. El precio se ve disminuido si uno lo ve mes por mes; también las máquinas ostentosas hacen creer que vale la pena desembolsar dicha cantidad de dinero. Sin embargo lo que más afecta en esto, es el mismo pensamiento del cliente, que piensa que contratando el plan mayor sentirá el deber de asistir y así mejorar su físico o salud. Bueno, eso no suele pasar…

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¿Qué piensas de esto? ¿Eres uno de los que paga pero no asiste?

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