Si no la conoces, realmente no sabes lo que te estás perdiendo.
El otoño pasado, visité Filipinas por una razón un poco bizarra: ser jueza del concurso de belleza Miss Scuba International.
En mis planes nunca estuvo la Isla de Cebú, principalmente porque no sabía mucho acerca de ella. Pero al final de mi primer día, me di cuenta que había encontrado mi nuevo destino playero favorito.
Navegando por la ciudad de Lapu-Lapu, mis ojos no podían creer lo que veían: desiertas playas de arena blanca bajo palmeras gigantes. Ahí también probé nuevos tipos de mariscos (incluyendo algo parecido a la langosta mantis/camarón) y descubrí sabores locales como el calamansí (una tarta cítrica que es deliciosa cuando la mezclas con gin).
La mayoría de los viajeros no saben nada de Cebú, pero se lo están perdiendo. Es uno de los destinos mas asequibles, poco concurridos y con las playas más hermosas del Sudeste Asiático.
Las aguas son tan superficiales que se puede caminar entre algunas de las islas durante la marea baja. Además, en el fondo del océano, vi estrellas de mar de color rojo y azul.
No esperaba que Cebu fuera un lugar de relajo con tal belleza tropical.
Gracias al largo embarcadero del hotel donde me alojé, Pacific Cebu Resort, pude ver muchos tipos de peces y corales.
Al atardecer, encontré mi “lugar feliz” en una de las tres piscinas.
En la fotografía de abajo me encuentro antes de mi sesión de snorkel, bebiendo coco fresco bajo las palmeras. ¡Esto es el paraíso!
El resort cuenta con una escuela de buceo de primera categoría, y los huéspedes pueden obtener la certificación en todos los niveles. Los principiantes entrenan con expertos que hablan varios idiomas y luego se sumergen desde el muelle.
Fui jueza en el concurso de belleza de Miss Scuba Internacional que se celebró en el hotel. El objetivo era crear conciencia sobre la preservación marina a través de estas jóvenes.
Además de aprender a bucear, las candidatas deben responder a preguntas sobre la conservación del océano y competir en los espectáculos de trajes de baño, vestidos de noche y shows de talento. ¡Nada fácil!
Pero no todo es sobre el mar, ya que también practiqué yoga bajo la sombra de las hojas de palma con las hermosas jóvenes.
En Isla Caohagan, puedes comprar tu marisco a los vendedores lugareños. Ellos lo cocinan fresco y lo aliñan con condimentos locales.
Nunca antes había visto este extraño crustáceo que se arrastra. Se trata de un camarón mantis del sudeste asiático, similar a una langosta.
Los locales utilizan yipnis de colores como transporte público. Antes eran jeeps militares de Estados Unidos, pero luego de la Segunda Guerra Mundial pasaron a ser el transporte público.
Si su capacidad está repleta, los pasajeros se colgarán en la parte trasera aferrándose a la vida.
Sólo unos pocos cientos de personas viven en Isla Caohagan. Aquí la mayoría de las personas trabajan como pescadores y artesanos.
Al ver las cámaras, los niños corrieron hacia nosotros sonriendo, saludando y posando para las fotografías.
¡Un lugar realmente increíble!
Visto en BusinessInsider.