Por Daniela Bustos
6 marzo, 2015

Quienes tienen este gen aceptan el movimiento, los cambios y la aventura. ¿Te suena familiar?

Hay personas que nunca sienten la necesidad de salir de sus casas. Están tranquilos quedándose en la ciudad en la que nacieron, en el sofá que se sientan y dentro de los 360 grados que los rodean.

Y luego estamos el resto de nosotros: las personas que no podemos quedarnos quietas, que siempre tenemos el pasaporte cerca -sólo por si acaso- y que quizás le rezamos a Anthony Bourdain (el reconocido chef que prueba platos alrededor del mundo) para que nos ayude a conocer más.

No importa si lo llamas tener pasión por los viajes o una simple curiosidad, lo principal es que tienes un hambre de explorar que simplemente no logras saciar. ¡Sin importar cuántos viajes realices!

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Para ti siempre hay algo nuevo que ver, algo diferente a lo que estás acostumbrado. Disfrutas de las excursiones de un día, pero te das cuenta de que sólo hay un número limitado de cosas que puedes ver en 24 horas. Lo tuyo son los boletos de ida y sin destinos preestablecidos. Saber dónde vas y qué harás ahí requeriría planificar y eso no te gusta mucho. Además, sabes que viajar sin un propósito siempre conduce a más emociones.

Desde que tienes memoria has sido así. Probablemente te diste cuenta durante tus primeros viajes. Lo que probablemente no sabías, es que las investigaciones científicas dicen que esto se podría deber a tu ADN.

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Un blog de psicología escribió que el deseo inherente de viajar puede encontrarse en un genel cual sería la derivación genética del DRD4, asociado con los niveles de dopamina en el cerebro.

El gen en sí mismo, identificado como DRD4-7R, ha sido nombrado “el gen wanderlust (“gen de pasión por los viajes”). El nombre se debe a su relación con mayores niveles de curiosidad e inquietud. La realidad, es que aquellos que llevan consigo esta información genética comparten algo en común: una historia de viajes.

El gen no es demasiado común; de hecho, solo lo poseería un 20% de la población. Dicho esto, habría una prevalencia mucho más grande en las regiones del mundo donde se ha fomentado el viaje en el pasado.

Asumiendo que todas las formas de vida humana se originaron en África, Chaunsheng Chen, quien realizó un estudio en 1999, afirmó: “es más probable que el gen esté presente en las sociedades modernas que están constituidas por las personas que emigraron las distancias más grandes desde África hace miles de años atrás“.

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Un estudio distinto, llevado a cabo por David Dobbs de National Geographic, apoyó esta misma premisa y entregó razones para no sólo creer que se debe a ser curiosos e inquietos, sino que específicamente vincularlo a una pasión por los viajes.

Dobbs cree que la forma mutante de este gen, hace que las personas tengan una mayor afinidad para tomar riesgos: explorar lugares, ideas, comidas, relaciones, drogas o áreas sexuales. “Por lo general, quienes son portadores aceptan el movimiento, los cambio y la aventura”, afirmó.

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Pero aún así hay razones para dudar de este “gen de viajes”. Kenneth Kidd de la Universidad de Yale, dijo que la genética no funciona así: “No puedes reducir algo tan complejo como la exploración humana a un solo gen“.

Para responder a esto, Dobss consultó al genetista evolutivo Jim Noonan, quien dijo que la capacidad humana de explorar está relacionada con la función de las extremidades y el cerebro. Las variaciones dentro de ambos harían posible que los humanos se comporten de manera diferente.

Siguiendo esta lógica, aquellos quienes poseen el gen 7r, tendrían un desarrollo genético ligeramente distinto en comparación a aquellos que llevan el DRD4 común y corriente. Estas diferencias podrían ser, en teoría, el resultado de una composición de extremidades y cerebros un poco diferentes, o más adecuados para fomentar la curiosidad. Por lo tanto, este podría ser el motivo de que ciertos individuos sientan un deseo más fuerte por viajar.

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Respecto a este tema, es importante considerar la investigación realizada por Garret LoPorto de Huffington Post. Los resultados de ella dicen que si bien este gen conlleva muchos rasgos positivos de exploración, también puede ser vinculado con un “comportamiento neandertálico”.

Según LoPorto, a pesar de que estos individuos sean increíblemente creativos, pioneros, hábiles y más predispuestos a sentir una pasión por los viajes, es posible que sean “totalmente incontrolables”.

Por lo tanto, aunque sientas un impulso urgente de renunciar a tu trabajo y viajar durante los próximos meses, es mejor que te detengas y te asegures de estar pensando racionalmente. Sin embargo, como ya dije anteriormente, viajar siempre es más entretenido sin tener un plan.

Visto en EliteDaily. Imágenes de WeHeartIt.