Es casi una obligación para quienes viajan a Buenos Aires visitar “La Boca”. Un barrio que debe su nombre a la entrada del Riachulo y que estuvo abandonado por casi 45 años antes de convertirse en un puerto. Cuando más embarcaciones comenzaron a llegar, muchos inmigrantes se ubicaron en este lugar que veían lleno de oportunidades. Sin mucho dinero, construyeron sus casas de madera y chapa (“conventillos“) que pintaron con las sobras que les regalaban en los astilleros, dando lugar a esta pintoresca atracción.
El sitio más visitado dentro de este barrio es “Caminito”, donde brillantes edificios, parejas bailando tango y mucho arte, se pueden ver en las vibrantes calles de este pequeño lugar de casi 100 metros de longitud.
Sin embargo, no siempre fue así, ya que en el año 1928 el recorrido del ferrocarril a Ensenada fue clausurado y dejó a este pasaje como un callejón abandonado y un verdadero basural. En 1950, muchos vecinos (incluido el pintor Benito Quinquela Martín) se unieron y lograron recuperar el lugar para convertirlo en el primer museo peatonal al aire libre del mundo, el cual fue recibiendo obras de diversos artistas. Y en 1959 se bautizó con el mismo nombre de la famosa canción de tango “Caminito” de Juan de Dios Filiberto.
Aquí podrás disfrutar de cantantes y bailarines de tango, comprar artesanía, admirar murales y ver cerámicas elaboradas con un arte ornamental de colores intensos.
Tendrás la oportunidad de ver cómo vivían las familias en los conventillos, ya que muchos fueron convertidos en museos donde podrás apreciar cómo eran sus habitaciones.
Desde los balcones no sólo verás ropa colgando como si los antiguos habitantes aún vivieran ahí, sino que también podrás apreciar distintas representaciones de famosos personajes argentinos como Evita Perón o Carlos Gardel.
Llénate de color y cultura en una corta caminata que logrará recrear tu vista y difícilmente te cansará.