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Nunca sabes lo que pueda suceder.
No hay nada como recorrer calles donde nunca caminaste antes, escuchar nombres que jamás habías oído y ver rostros que son totalmente desconocidos. Si bien es un poco aterrador estar en un lugar completamente extraño, también es extremadamente renovador.
Descubrirás que cuando abres tu mente a cosas nuevas y te dejas llevar por tus instintos, es como si todo el universo conspirara para darte oportunidades fantásticas. Es ahí cuando empiezas a entender la divertida manera de funcionar de la vida y disfrutas de los pequeños detalle que la componen.
Por esta razón deberías intentar perderte intencionalmente y reencontrarte contigo mismo.
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Hoy en día las personas aman los GPS y encontrar la ruta más rápida para llegar a un lugar, pero se pierden de todos los rincones que no han visto y que probablemente nunca lo harán. No ven esas encantadoras calles pequeñas y esquinas que parecen sacadas de otra época, donde después de contemplarlas por un largo momento, recién te preguntas dónde estás parado y vuelves a tomar el camino inicial.
Hay quienes no entienden las cosas que se están perdiendo por negarse a vagar sin rumbo, ya que no sólo dejan de lado a barrios mágicos y momentos inspiradores, sino que también a algunas de las mejores experiencias de su vida.
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Recuerdo cuando llegué a Tokio y decidí salir a recorrer la caótica capital con algunos mapas ilegibles en mi mano. Al principio tuve miedo porque no entendía nada de japonés y porque nunca había estado en un país asiático. Luego seguí avanzando hasta que entré en pánico, estaba oscureciendo y no encontraba la estación de metro para volver a mi hostal. Después pensé: “¿Cuál es el problema? Si todo sale mal, siempre puedo subir a un taxi”.
Fue en ese momento cuando dejé ir todo el estrés que empecé a disfrutar de las luces nocturnas, las personas corriendo de un lado a otro y de algunas calles tranquilas que estaban escondidas de todo este movimiento. Camine y camine como si cada paso que daba lo hacia en el sentido correcto. Y así fue, ya que mágicamente después de vagar entretenida durante horas llegué a la estación y pude volver al hostal sana y salva. Humoradas del destino.
Suena extraño, pero sin dirección podemos encontrar sitios increíbles y poner atención a muchos detalles que nos estábamos perdiendo. Lo único que se necesita es dejar ir la necesidad de controlar tu camino y desafiarte a ti mismo para toparte con otros fantásticos descubrimientos.
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Viajar te enseña a moverte con la corriente y recibir con los brazos abiertos lo que sea que te traiga el universo. Te muestra que no hay un camino establecido hacia tus sueños y que mientras más nos enfoquemos en lo que consideramos importante, más nos alejamos de lo que realmente importa.
Todos seríamos más felices si nos olvidáramos de los mapas y los caminos establecidos. Al poner más énfasis en lo que sucede aquí y ahora en lugar de lo que ocurrirá en el futuro, probablemente empezarás a ver cosas que estabas pasando por alto y disfrutarás más el momento en el que estás.
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Por esta razón manda al diablo los mapas, olvídate del plan, olvídate de las expectativas y muévete con la corriente. Nunca sabes lo que pueda suceder.