Por Daniela Bustos
15 mayo, 2015
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Y que se quedan contigo toda tu vida.

Es muy difícil decidir dar el gran paso de dejar tu país natal para abrirle la puerta a nuevas oportunidades en tierras lejanas. Lo más probable es que no conozcas a nadie y te vayas con una maleta que contiene toda tu vida. Sin embargo, esto no es para todos y muy pocos “aguantan” hasta el momento en que lo empiezas a pasar realmente bien. Si eres uno de los que ha sobrevivido a estar durante más de un año lejos de sus seres queridos, probablemente te sentirás identificado a continuación:

1. Todo lo nuevo es absolutamente emocionante, no importa lo insignificante que sea

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No hay día donde algo deje de sorprenderte, ya que no vives dentro de la aburrida rutina que tenías en casa. Estás en un lugar donde no conoces nada y todos tus sentidos se encuentran alerta intentando lograr que las cosas funcionen. Por lo tanto, es normal que apuntes todo lo que veas en la calle, te guste todo lo que pruebes y todo te parezca tan extrañamente gracioso. Pero ten cuidado, esta sensación es sumamente adictiva.


2. A pesar de encontrar todo tan genial, nunca lo puedes expresar correctamente cuando llamas a tus amigos

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Tienes TANTO que contar, pero por alguna razón te quedas sin palabras cuando te preguntan lo que has hecho y cuando intentas explicarles siempre suena menos increíble de lo que realmente fue. Además nadie quiere escuchar las 8 mil cosas que has hecho en 3 días, por lo tanto, debes seleccionar tus historias y esto no te gusta. ¡Y es que todas están relacionadas entre sí!


3. El miedo deja de interponerse entre tus sueños

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Y es que no queda otra opción, simplemente lo deseas tanto que no hay nada que pueda impedirte alcanzarlo. Con esta nueva mentalidad te sientes capaz de lograrlo todo. El individuo que intente detenerte no sabe en lo que se está metiendo.


4. Quieres conocer cada rincón de tu nueva y excitante ciudad

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Cada tiempo libre que tienes lo dedicas a visitar un parque distinto o probar un nuevo restaurante. ¡Hay una infinidad de cosas por hacer! De hecho, incluso te decepcionas un poco cuando un amigo te dice que te visitará durante el fin de semana, porque no alcanzarás a mostrarle todo lo que deseas.


5. Aprendes a confiar en desconocidos

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En casa era todo más fácil y cuando necesitabas pedirle un favor a alguien ya sabías a quiénes preguntarles. Aquí todo ese círculo cercano desaparece y aprendes a confiar en tus vecinos, tu extraño compañero de apartamento e incluso en el señor de la tienda que te saluda amablemente cada mañana.


6. Ya estás tan acostumbrado que de pronto te encuentras pensando o hablando en tu nuevo idioma

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No, no estás enloqueciendo. De hecho, es bastante genial.


7. Aprendes a decir adiós y no caer en una depresión temporal

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“Te quiero, adiós”.
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Porque las despedidas se hacen algo cada vez más común y eventualmente te empiezas a dar cuenta que la vida continúa. Sí, es normal estar triste, pero no todo está perdido y te aseguro que conocerás más gente maravillosa en el camino.


8. También te despides de las cosas materiales

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Aprendes a ser feliz con mucho menos. De pronto ya no deseas tener un teléfono móvil nuevo o televisión pagada, porque prefieres ahorrar para luego gastar ese dinero junto a tus amigos o irte de viaje. Dejas de invertir en cosas materiales y prefieres pagar por experiencias.


9. Te vuelves MUCHO más sensible y nostálgico

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Extrañas el olor de la cocina de tu madre, las risas de tus amigos e incluso ese horrible bar barato que visitabas cada fin de semana. Sin embargo, cuando regreses extrañarás las noches de pizza en tu apartamento, las canciones de moda durante tu año fuera y las conversaciones profundas con desconocidos que nunca más viste en tu vida.


10. Ya no crees que exista algo “normal”

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Al conocer tantos estilos de vida y personalidades diferentes, inevitablemente tu mente se abre a un mundo de posibilidades. Por esta razón, la palabra “normal” ya no existe en tu vocabulario.

Si bien cuando regreses puedes asustarte un poco al darte cuenta que nada ha cambiado desde que te fuiste, recuerda que todas las lecciones que aprendiste las puedes poner en práctica en cualquier parte del mundo que te encuentres. Empieza a mirar el mundo como un viajero y disfruta explorando cada uno de sus rincones.

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