Por Romina Bevilacqua
9 diciembre, 2014

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Más de un sexto de la población mundial no tiene acceso a agua limpia –eso es aproximadamente un billón de personas sufriendo de malnutrición en este preciso momento–. Water.org señala que 780 millones de personas no tienen acceso a agua potable y que 3.4 millones de personas mueren cada año por enfermedades relacionadas al consumo de agua –y 6.000 niños mueren a diario por la misma razón–. Por este motivo, este problema puede ser considerado una de las crisis globales más grandes de la actualidad. Así que las soluciones para este gran problema son uno de los diálogos internacionales más urgentes, especialmente en países en desarrollo.

Aquí entra en escena la LifeStraw, un poderoso sistema de filtración de agua, simple y compacto, el cual puede ser la solución a la emergencia mundial de agua. Tiene forma tubular y mide 25 centímetros de largo y 29 milímetros de diámetro. Su funcionamiento es muy simple: pones un lado del tubo en el agua y succionas por el otro. Eso es todo. Se han obtenido resultados positivos en pruebas con agua de llave, turbia y salina contra las bacterias comunes que se dan en el agua como la Salmonella, Shigella, Enterococcus y Estafilococos.

La LifeStraw fue diseñada a partir de dos ideas principales: una de ellas es que debe evitar que las partículas en el agua pasen –por lo mismo es una unidad sellada sin partes reemplazables– y la otra era crear un instrumento que no dependiera de la electricidad, ya que en muchas áreas del llamado “Tercer mundo” este recurso no existe. Para facilitar su uso para todos, Vestergaard Frandsen eligió usar la fuente natural de la succión para que todos pudieran utilizar el filtro, que requiere de fuerza o poder para funcionar.

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Cuando se succiona el agua, esta recorre una serie de filtros que, según el fabricante, eliminan el 99,99% de las bacterias y el 98,5% de los virus, además de bloquear el paso de partículas de hasta 15 micras. Pesa poco más de 100 gramos y puede purificar hasta 700 litros de agua antes de que los filtros pierdan parte de su eficacia. Hay que tener en cuenta que LifeStraw no filtra el paso de minerales pesados que pueda haber en el agua y que en exceso pueden resultar tóxicos, tales como arsénico, hierro o flúor.

 

La primera versión de LifeStraw usaba iodo para eliminar las bacterias, pero la versión de 2012 no contiene químicos. En vez de eso, el producto incorpora filtración mecánica. Cuando succionas con la LifeStraw, el agua atraviesa a través de fibras huecas, las que contienen poros menores de 0.2 micras  –por lo tanto, es un aparato de micro-filtración–. Cualquier suciedad, bacteria o parásito queda atrapado en las fibras mientras el agua limpia pasa. Cuando has terminado de beber, simplemente soplas el aire por la pajilla para limpiar el filtro.

El sitio web de la LifeStraw señala que cada pajilla tiene un periodo de vida de 1.000 litros, lo que es más de un año de uso por persona, y tiene un costo de 20 dólares. Su meta principal fue que fuera costeable y accesible para las personas que viven en países en desarrollo. La idea original fue creada hace diez años por Torben Vestergaard Frandsen, pero con los años de sociedad con el Centro Carter, Rob Fleuren de Holanda y Moshe Frommer de Israel, la LifeStraw surgió del trabajo diseñado para hacer filtros de agua capaces de proteger contra el gusano de Guinea. La LifeStraw también puede mantener lejos las bacterias y enfermedades como la difteria, cólera y diarrea.

Visto en: Collective evolution