Por Romina Bevilacqua
15 octubre, 2014

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¿Es la geoingeniería o ingeniería climática una buena idea? Es difícil de decir ya que todavía no se han realizado pruebas y muchos la catalogan como ese ejercicio que está justo por debajo de lo políticamente aceptable –al requerir de la manipulación del ambiente–.

En cualquier caso, no impide que los diseñadores se pregunten “¿Qué pasaría si?…”.  Architectes sitbon, con sede en París, es uno de aquellos que se preguntan qué podría hacer la geoingeniería en la situación actual. Ellos proponen el Bloom, un concepto de explotación de fitoplancton que reside en el mar, criando los organismos microscópicos, ecológicamente vitales, con el objetivo de producir más oxígeno, mientras que simultáneamente elimina el exceso de dióxido de carbono del mar.

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Como muestran en Architectes, la esfera semi-sumergible está anclada en el fondo del mar con un sistema de cables, proporcionando una serie de puestos permanentes que pueden ser habitados por los científicos que estudian el aumento del nivel del mar. En este sentido, el Bloom puede ser una línea de primera defensa en la vigilancia de los cambios en el clima o puede alertar los desastres naturales inminentes como tsunamis (aunque la representación interior por desgracia se ve menos como un puesto de avanzada ciencia y más como un hotel de mal gusto).

Estas granjas de fitoplancton también pueden ser utilizadas para mitigar el creciente número de las llamadas zonas muertas, donde los fertilizantes nitrogenados han hecho escasear el oxígeno en las aguas. Los diseñadores caracterizan al Bloom como una “estructura de catalizador” que actúa como un “bolsillo matriz de oxígeno en la Tierra” capaz de proporcionar en el lugar la regulación ambiental necesaria, además de convertir agua salada en un suministro de agua dulce. También hay una cámara para almacenar Biodiesel que alimenta toda la finca.

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Es un diseño intrigante que sintetiza diversas ideas sobre los ecosistemas de mitigación y es al menos un enfoque más refinado que el vertimiento de toneladas de hierro directamente en el mar para estimular el florecimiento del fitoplancton. Pero un buen diseño no es suficiente, a menos que se asegure con los correspondientes cambios en la política y llegue a la raíz del problema: la quema de combustibles fósiles.

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