Por Catalina Vásquez
17 abril, 2015

Antes de apretar un gatillo, deberías pensar en todos a los que podrías afectar.

Esta trágica historia comenzó el 14 de marzo, cuando una hembra de águila calva fue encontrada muerta, a causa de un disparo, en un área boscosa de Bloomington, Illinois. Los oficiales de vida salvaje al verla, reconocieron con pesar, que se trataba de la misma ave que habían observado con regularidad en el sector, haciendo un nido con su pareja. 

Lo que sucedió después, el biólogo y profesor de la Universidad Estatal de Illinois, Angelo P. Capparella lo denominó como una cadena de muerte. Ya que sin la ayuda de su compañera para la crianza, la familia estaría, tarde o temprano, destinada a colapsar, según explicó a la página web The Dodo.

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“Cuando la hembra murió, su pareja tuvo que empezar a hacerse cargo de todo el trabajo. Cuidar el nido y alimentar al polluelo. Para la segunda labor, el águila se veía en la obligación de abandonar el nido, con lo que la cría quedaba indefensa por periodos más largos de lo que debía. A raíz de esto, llegamos a la conclusión de que otro par de águilas, que andaba rondando el sector, se percató de esta situación y tomó ventaja. Y lo más probable es que ellas hayan matado al macho, para apoderarse del nido. Sin dejar de mencionar que la cría murió de hambre o asesinada también por la nueva pareja”, dijo Capparella.

Matar águilas calvas es considerado un crimen federal, con una multa de USD$250.000 o 2 años de prisión. Por desgracia, las autoridades no han encontrado al responsable de este disparo que trajo tanta muerte, y si es que se llegara a hacer justicia, de todas formas ya es un hecho irreversible y una pérdida enorme, al tratarse de una especie en peligro de extinción.