Después de tres meses, esto es lo que he aprendido.
Todo comenzó en año nuevo, mientras acampaba con algunos amigos en un cerro, rodeada de naturaleza, pozones naturales de agua y sin escuchar ningún ruido de la ciudad. Cuando llegó el triste momento de irnos nos encontramos con un gran problema: la basura. Como no había dónde botarla, recogimos todo y llenamos varias bolsas grandes que llevamos en el coche para arrojarlas luego en algún basurero. Fue ahí, viendo toda la basura que habíamos juntado en un par de días sólo 7 personas que decidí que haría un cambio en mi vida. Este 2015 implementaría todos los consejos “para ayudar al planeta” de los que había escuchado, leído o visto. Por supuesto cuando comencé, no todo fue tan fácil como lo imaginé. Para empezar, aún vivía en casa de mis padres y por muchos esfuerzos que hiciera por comenzar a reciclar, por alguna razón nadie me hacía caso y todo terminaba en la basura. ¡Incluso las bolsas con envases que tanto me había costado reunir para llevar al reciclaje!
Así que cuando en marzo de este año me mudé a un departamento con mi novio, comencé el verdadero desafío. Esta vez era responsabilidad mía y de nadie más lo que ocurriera en MI casa, y no me dejaría derrotar tan fácilmente…
1. Comencé por lo más fácil: ahorrar en las cosas simples
Para mí, esta etapa fue el paso natural. Siempre he sido la persona que pasa por las piezas apagando las luces cuando no hay nadie en ellas, que al lavarse los dientes cierra la llave del agua mientras se cepilla y luego la abre para enjuagarse o que cuando lava la loza, limpia todo junto y luego enjuaga todo para no dejar el agua corriendo. Es algo que he hecho toda la vida, pero ahora sumé otros puntos: al lavarme el cabello en la ducha, también comencé a cerrar el agua hasta el momento de enjuagarlo y comencé a tomar duchas mucho más cortas. Incluso, cuando hace algunas semanas comenzó a gotear mi lavamanos, puse una botella para recolectar el agua y regar mis plantas. Es increíble toda el agua que se juntaba en esa botella de 2 Lt en un solo día –prácticamente la llenaba–.
De hecho, como aprendí algunos días atrás cuando escribí un artículo, una llave de agua libera 3,7 litros de agua por minuto en promedio –las llaves viejas 7,5 L– por lo tanto puedes ahorrar alrededor de 7 litros de agua cada mañana si cierras la llave mientras te cepillas los dientes y a una gota por segundo, una llave del lavamanos puede perder alrededor de 11.360 litros de agua en un año. ¿Impresionante no?
2. Energía
Apenas me cambié a mi nuevo departamento lo primero que compré fueron las ampolletas de ahorro de energía. De hecho fue lo primero que instalamos en el departamento –incluso antes que la cama–. Luego, cuando llegó el momento de comprar la nevera, elegimos una de bajo consumo. ¿Microondas? No tengo. De hecho tenemos muy pocos electrodomésticos y el televisor lo desenchufo por las noches –ya que los aparatos electrónicos, cuando están apagados, consumen hasta un 10% de la energía del hogar–.
3. ¡Las bolsas de tela!
Vivo a 5 cuadras de un supermercado así que, cada vez que necesitamos ir de compras llevo mis bolsas de tela conmigo. Cuando necesitamos hacer una compra más grande, llevo mi mochila de viaje de 70 Lt y la lleno de cosas, para evitar esas gigantescas cantidades de bolsas plásticas acumuladas luego en casa que sólo serán más desechos. Casi podría asegurarte que he tonificado mis piernas después de esas caminatas con la mochila llena… y definitivamente ese tiempo caminando me han ayudado para aclarar la mente y relajarme –es impresionante lo que una caminata, sobre todo en un lugar rodeado de árboles como la ruta que yo tomo, puede hacer por tu bienestar mental–.
4. Estoy ahorrando en los “empaques de más”
Cuando haces este ejercicio te das cuenta realmente de todo lo que contaminas de más. Solía comprar envases de yogurt individuales para llevarlos a la oficina y de vez en cuando alguna leche pequeña en caja para el té con leche a media mañana, hasta que comencé a pensar en todos los envases que he acumulado en estos años. ¿Cientos? ¿Miles? La verdad es que muchos de los problemas que existen hoy con los desechos comienzan en su punto de manufactura y en su error de diseño. Así que comencé a comprar la bolsa de litro de yogurt en vez de las porciones individuales, comencé a consumir té en hoja –que por lo demás es mucho más sano y natural– y dejé el té en bolsa –con eso ya reduje bastante mi basura, sólo piensa en la caja, cada bolsa que envuelve al saco de té y luego este saco–, la leche de un litro, y así sucesivamente. Tengo una botella plástica –libre de BPA– en la oficina y simplemente bebo agua de la llave, así que las botellas plásticas de agua nunca fueron para mí un problema, sobre todo porque tampoco consumo bebidas ni jugos envasados.
5. Mi huerto
Siempre he querido mi propio huerto, pero la vez que hice uno en casa de mis padres alguien tuvo la astuta idea de colocar la salida de la manguera de la lavadora justo frente a mis rábanos, mentas, lechugas y cilantro…podrás imaginar mi desilusión cuando llegué un día y los encontré contaminados con detergente. Ahora que me cambié a un departamento sabía que eso no sería un problema así que lo primero que hice fue plantar algunas aromáticas como perejil y albahaca, ajíes, y tomates cherry en el balcón. No es un espacio muy grande así que el resto comencé a plantarlo en macetas –como el ciboulette y la menta–, y pronto espero seguir ampliando mis cultivos, por ejemplo al aplicar algunas ideas de jardines verticales que he visto para espacios pequeños. Cuando comenzaron a crecer los almácigos y cuando pude comer el primer ají y las primeras hojas de albahaca y perejil, realmente me sentí emocionada –si tienes un huerto al que dedicas mucho esfuerzo para que crezca sano, sabrás a lo que me refiero–.
6. El punto limpio
Este es probablemente el punto más crítico. Separar la basura y limpiar los envases para dejarlos listos para el reciclaje es fácil. El problema, al menos en mi caso, es que en mi ciudad hay pocos puntos de reciclaje y los que hay no están muy cerca. De hecho para llevar la basura, tengo que subir las cosas al coche y acarrearlas hasta allá para poder reciclarlas. Definitivamente hacen falta más centros de reciclaje y puntos repartidos en la ciudad donde uno pueda llevar sus envases y así facilitar esta tarea a todos. Probablemente si todos tuviesen contenedores de reciclaje a la vuelta de la esquina, serían muchos más los que reciclan.
La mejor parte de comenzar a ser consciente de tu basura es que de a poco comienzas a notar un cambio importante en tu rutina. Destiné una gran bolsa de lavandería para acumular todos los envases y una vez que está llena la cargo al coche y lo llevo al punto de reciclaje donde hay contenedores para latas, vidrios, cartones, electrónicos, tetrapack, cds e incluso las tapas de botellas. Pronto comencé a notar que si las primeras semanas la bolsa se llenaba en un abrir y cerrar de ojos, con el paso del tiempo demoraba cada vez más en necesitar vaciarlas. Sin darme cuenta estaba reduciendo considerablemente mi basura y muchas veces me encontré guardando envases plásticos o de cartón que había utilizado en la cartera, para no arrojarlos en la basura y sólo una vez que llegaba a casa los colocaba junto a los demás en la bolsa de reciclaje.
Es cierto cuando dicen que una vez que comprendes el problema y eres más consciente, reciclar se vuelve algo natural. Te aseguro que para mí ahora sería muy difícil arrojar algo que sé que puede reciclarse a la basura, a menos que no tenga otra opción.
7. Dejé el coche en casa
¡Bienvenida bicicleta y transporte público! Trato de utilizar el coche sólo cuando es realmente necesario, pero al trabajo y otros lugares cerca de casa voy en bicicleta, en bus e incluso caminando. El problema es que mi bicicleta –que ves en la fotografía– es bastante vieja… y ahora ni siquiera le funcionan los frenos y la cadena se sale cada 5 minutos, así que por el momento está desterrada en la casa de mis padres. Como por el momento este medio de transporte está bastante costoso, estoy vendiendo mi guitarra Fender para juntar más dinero y comprar una bicicleta digna de ser mi transporte principal…a veces hay que hacer sacrificios por un bien mayor…probablemente más adelante me compre otra guitarra.
¿En conclusión? Creí que sería mucho más difícil cumplir con el desafío, pero la verdad es que una vez que comienzas ya no puedes parar. Cuando estás consciente de todo lo que contaminas y derrochas y de lo fácil que es evitarlo, ayudar al planeta se vuelve un aspecto más en tu rutina… como lavarte los dientes, o desayunar. Y estarás feliz de saber que aunque sea un pequeño aporte, al menos estás haciendo algo por cambiar tu realidad. Ten en cuenta lo que dijo Gandhi “Debes ser el cambio que quieres ver en el mundo“, y de paso motiva a las personas que te rodean a hacer el cambio ellas mismas.