Quienes se ven más afectados son las especies que se guían del sonido para encontrar a sus parejas o su alimento.
En algunos de los más salvajes y remotos lugares del mundo los científicos han descubierto que los ruidos de los seres humanos están afectando a la vida silvestre. Avionetas, carreteras, sonidos de maquinarias e incluso las voces humanas se están volviendo un problema para los animales.
Desde hace 10 años Kurt Fristrup, un destacado científico en el Servicio de Nacional de Parques, ha instalado medidores de sonido en alrededor de 600 sitios en parques nacionales de EE.UU. Lo que descubrió es que ninguno de estos lugares está libre de la contaminación acústica. “Encontramos que el aumento del ruido de fondo es como añadir neblina a tu visión”, señaló Fristrup. “En vez de tener una experiencia expansiva, sólo estás al tanto de una pequeña área”. Lo que más le impresionó fue el ruido de los aviones.
“No hubo ningún tiempo de los 2.000 días que tomamos muestras en los que no se detectara el ruido de los aviones”, señaló. La mayoría de los aviones generaban un ruido que duraba entre 5 y 6 minutos y tenían el mayor impacto en los lugares más tranquilos. Fristrup incluso creó un modelo predictivo del sonido y descubrió que lo más probable es que los sonidos creados por el ser humano se dupliquen en los próximos 20 a 30 años. Quienes se ven más afectados son las especies que se guían del sonido para encontrar a sus parejas en épocas de reproducción o su alimento. Clinton Francis, un investigador en la Universidad Politécnica de San Luis en California, descubrió que sólo unas pocas aves elegían vivir cerca de lugares ruidosos.
En su investigación publicada en el Global Change Biology, Francis estudió los números y tipos de aves presentes cerca de los pozos de gas en Nuevo México y los comparó con otros ambientes prácticamente iguales con pozos que tenían en la superficie ruidosos compresores. Aunque los alrededores fueran iguales, él notó que algunas especies de aves eran mucho más comunes (32% mayor) en aquellas áreas sin ruido. Sin embargo no todos los pájaros reaccionaban de igual forma al ruido. Los colibríes de hecho respondían de forma positiva ante él y, por ejemplo, se encontraron 36 nidos en los lugares ruidosos y sólo 3 en los sitios más tranquilos. francis señaló que los colibríes podrían cantar en frecuencias que no son afectadas por el ruido de los compresores, otra teoría es que sus depredadores naturales están ausentes en estos lugares con contaminación acústica.
para señalar esto se basó en otro de sus descubrimientos donde predijo cuánto ruido afectaría a las diversas especies de aves: aquellas con vocalizaciones de menor frecuencia se manejaban peor en ambientes ruidosos; también los pájaros que se alimentan de animales desde gusanos hasta pequeños mamíferos, se adaptaban peor que aquellos que comían sólo plantas y semillas. “Las aves utilizan frecuencias acústicas cuando cazan. y el sonido podría interferir con ellas“, finaliza francis.
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