Por Catalina Vásquez
9 julio, 2015

Nunca imaginé que un lobo marino pudiese salvar a un humano, o incluso a varios. 

En el mundo hay un suicidio cada 40 segundos. Y no se sabe por qué, pero estas personas tienen una predilección por los puentes. Puede deberse a lo dramático que es caer hacia las más desconocidas profundidades o el tener tan solo unos segundos para que todo se acabe. La verdad es que basta con la palabra suicidio para que se me pongan los pelos de punta, y al parecer, lo mismo le sucedió a este chico, mientras caía de un puente a una velocidad de 120 kilómetros por hora hacia el mar.

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Se trataba de Kevin Hines, un joven al que le diagnosticaron un grave trastorno bipolar cuando tenía tan sólo 16 años y que a los 19, ya no aguantando más, decidió quitarse la vida al saltar del puente más famoso de Norteamérica, el Golden Gate de San Francisco. Desde ese momento ya han pasado 15 años, y lo más impactante es que Kevin continúa con vida. ¿La razón? Cuando este chico estaba cayendo a las frías aguas del Pacífico, se dio cuenta de que realmente quería vivir, y por lo mismo, giró su cuerpo para intentar caer de pie. Se rompió dos vértebras al instante, las cuales rasgaron y laceraron sus órganos internos inferiores. Pero en definitiva, se convirtió en un sobreviviente a una caída donde el 98% de lo casos no se salva. Pero aún hay más. 

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El chico, logró llegar a la superficie para tomar una bocanada de aire, pero el dolor era insoportable y comenzó a hundirse nuevamente. Y fue ahí cuando ocurrió el milagro: un ser lo comenzó a empujar hacia arriba. Kevin se puso histérico, pensó que se trataba de un tiburón. “Me estaba volviendo loco en esas aguas. Sobreviví a una caída espantosa y ahora me voy a morir aquí, en el agua debido a una criatura de algún tipo”, reconoció al recordar esos angustiantes momentos, mientras daba una conferencia sobre la prevención del suicidio en Australia“Realmente pensé que era un tiburón que me iba a morder una pierna y estaba entrando en pánico”, agregó.

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Así, en ningún momento pudo girarse para ver de qué ser se trataba, pero la verdad es que el animal estuvo ahí, sosteniéndolo hasta que un barco llegó para rescatarlo. Fue una intriga que se mantuvo por meses en su cabeza, hasta que un día, ya recuperado, un hombre que presenció el evento desde el mismo puente le contó lo sucedido. Su salvador fue un lobo marino, que se retiró de la escena apenas apareció la guardia marina para hacer su parte.

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Hasta el día de hoy, Kevin no puede creer que la vida le haya dado tantas oportunidades, y es por eso, que decidió hacer su parte. Tiene 33 años y es un defensor de la salud mental. Se dedica a dar conferencias por todo el mundo intentando evitar los suicidios de los jóvenes y confiesa que esto, se ha convertido en la pasión y trabajo de su vida.

¡Quién lo diría! ¡Todo fue gracias a un lobo marino!