*Este artículo fue escrito originalmente por Richard B. Rood, profesor de Ciencias Atmosféricas, Oceánicas y del Espacio en la Universidad de Michigan
El clima de la Tierra está cambiando rápidamente. Sabemos esto por las millones de observaciones realizadas, documentadas en miles de revistas y textos de investigación, y resumidas cada cierto par de años por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas. La causa más importante de ese cambio es la emisión de dióxido de carbono generado a partir de la quema de carbón, petróleo y gas natural.
El dióxido de carbono que se acumula en la atmosfera aísla la superficie de la Tierra. Actúa como una frazada calentadora que acumula calor. Esta energía aumenta la temperatura promedio de la superficie de la Tierra, calienta los océanos y derrite el hielo polar. Como consecuencia de esto, el nivel del mar aumenta y el clima cambia.
Desde 1880, luego de que los niveles de las emisiones de dióxido de carbono despegaran debido a la Revolución Industrial, la temperatura global promedio ha aumentado cerca de 0,85° Celsius. Cada una de las tres últimas décadas han sido más tibias que la década anterior a ella, y más tibias que el siglo pasado en su totalidad.
El ártico se está calentando mucho más rápido que la temperatura global promedio. El hielo en el Océano Ártico se está derritiendo y el permafrost sufre con los deshielos. Las capas de hielo, tanto en el Ártico como en la Antártida, se están derritiendo. Los ecosistemas tanto de la tierra como del mar están cambiando. Los cambios ya observados son coherentes y consistentes con nuestro entendimiento teórico del balance energético de la Tierra y con las simulaciones extraídas de los modelos que son utilizados para entender la variabilidad del pasado, los que por su parte nos ayudan a pensar en el futuro.
Frenando el cambio climático
¿Qué le ocurriría al clima si dejáramos hoy mismo de emitir dióxido de carbono? ¿Podríamos volver al clima que experimentaron nuestros antepasados? La respuesta más simple es no. Una vez que emitimos el dióxido de carbono almacenado en los combustibles fósiles que quemamos, éste se acumula y se mueve hacia la atmósfera, los océanos, la tierra, y las plantas y animales de la biosfera. El dióxido de carbono ya emitido quedará en la atmósfera durante miles de años. Solo después de otros miles de años volverá a las rocas mediante la formación de carbonato de calcio, por ejemplo, a medida que las caparazones de los organismos marinos se asienten en el fondo del océano. Pero en segmentos de tiempo relevantes para los seres humanos, una vez que el dióxido de carbono se emite, se encontrará en nuestro medio ambiente para siempre. No se irá a ningún lado a menos que los eliminemos nosotros mismos.
Si dejáramos de emitir gases hoy mismo, igualmente no podremos ponerle punto final al calentamiento global. Existe un desfase en el aumento de la temperatura a medida que el clima absorbe todo el carbono que se encuentra en la atmósfera. Quizás luego de 40 años, el clima se estabilizará a una temperatura más alta que la que era normal para las generaciones anteriores.
Este periodo de décadas que transcurre entre la causa y el efecto se debe al largo tiempo que se necesita para calentar la enorme masa oceánica. La energía que se mantiene en la Tierra gracias al aumento del dióxido de carbono hace más que sólo calentar el aire. Derrite el hielo, calienta los océanos. Comparado con el aire, es más difícil aumentar la temperatura del agua. Se demora más. Décadas. Sin embargo, una vez que la temperatura del océano se eleva, se le agrega un factor más al calentamiento de la superficie de la Tierra.
Por lo tanto, aun si las emisiones de carbono se detuvieran completamente hoy mismo, y dado que los océanos no le pierden pisada a la atmósfera, la temperatura de la Tierra aumentaría otros 0,6° C. Los científicos se refieren a este efecto como “calentamiento comprometido”. El hielo, como respuesta al aumento del calor de los océanos, continuaría derritiéndose. Existe evidencia convincente de que glaciares bastante considerables en tamaño presentes en las capas de hielo de la Antártida Occidental ya han desaparecido. El hielo, el agua y el aire: el calor adicional que se mantiene en la Tierra por el dióxido de carbono los afecta a todos. Eso que se derritió, seguirá derretido. Y más cosas se seguirán derritiendo.
Los ecosistemas se encuentran alterados por los hechos provocados por el ser humano pero también por la misma naturaleza. Si logran recuperarse, será en un clima diferente desde donde evolucionaron. Lo normal dejará de ocurrir. Solo habrán más cambios.
El mejor escenario posible dentro de lo peor
En cualquier caso, no es posible dejar de emitir dióxido de carbono hoy mismo. A pesar de los importantes avances que se han realizado en cuanto a fuentes de energía renovable se refiere, la demanda total de energía aumenta cada vez más y las emisiones de dióxido de carbono también. A mis estudiantes les enseño que necesitan planificarse para vivir en un mundo 4°C más cálido que el actual. Un informe del 2011 de la Agencia Internacional de la Energía indica que si no nos salimos del camino que actualmente cursamos, deberíamos esperar vivir una Tierra 6° C más caliente que la actual. La Tierra de la actualidad se encuentra sólo 17°C más tibia, y los cambios que se han observado hasta ahora son bastante inquietantes.
Existen muchas razones por las que esencialmente necesitamos eliminar nuestras emisiones de dióxido de carbono. El clima está cambiando rápidamente. Si frenamos ese ritmo, naturaleza y los seres humanos podrían adaptarse más rápidamente. La cantidad total de cambios, incluyendo el aumento del nivel del mar, puede ser limitada. Mientras más nos alejemos del clima que hasta ahora conocemos, nuestros modelos se volverán menos confiables y tendremos menos posibilidad de prepararnos. Mientras más tibio se vuelva el planeta, habrán mayores posibilidades de emitir dióxido de carbono y metano (otro de los gases de efecto invernadero que entibian el planeta) desde las reservas del permafrost Ártico. Esto claramente agregaría más problemas al asunto.
Si detenemos nuestras emisiones hoy, no podremos volver al pasado. Sin embargo, esta no es una razón por la que debemos seguir emitiendo gases desenfrenadamente. Somos criaturas adaptables, con conocimiento del futuro de nuestro clima y de cómo podemos estructurar nuestro futuro. Ya estamos pegados con una cierta cantidad de cambio climático ya garantizado en esta etapa. En vez de intentar recuperar el pasado, necesitamos pensar en nuestros mejores futuros posibles.
Visto en: The Conversation