El animal más alto del planeta está en serios problemas. De acuerdo a los científicos, la población de las jirafas está disminuyendo rápidamente debido a la caza furtiva y la pérdida de su hábitat. Según nuevos datos, el número de mamíferos ha caído en más de 40% en sólo 15 años, pero a diferencia de otras especies en peligro mayor como los gorilas, elefantes, rinocerontes y otros íconos en desaparición en África, el declive de estos gigantes ha pasado prácticamente desapercibido.
Existían alrededor de 140.000 jirafas en 1999, pero ahora hay menos de 80.000, de acuerdo a la Fundación de Conservación de las Jirafas en Namibia (GCF su sigla en inglés). Eso es menor en comparación a, por ejemplo, el número de elefantes africanos que llega a alrededor de 450.000, quienes han recibido mucha más atención y han sido estudiados con más detención. Es por este contraste – y sin quitar importancia a la situación de los elefantes–que el director de GFC, Julian Fennesey, ha llamado a la extrema situación que enfrentan estos grandes mamíferos como “la extinción silenciosa” de las jirafas. “Las jirafas son la mega-fauna olvidada”, comentó recientemente Fennesey a Scientific American, dando cuenta de la falta de estudios y atención de la gente ante estos casos. “Realmente no están recibiendo la información que merecen”.
Pese a su altura extrema, donde los machos pueden llegar a medir 6 metros, las jirafas han sido miradas en menos por muchos científicos y ecologistas. Según los expertos, esto se debe principalmente a la creencia popular de que las jirafas son abundantes y a la falta de información existente que demuestre lo contrario. “Cuando me interesé por primera vez en las jirafas en 2008 y comencé a ver escritos científicos, me sorprendí de lo poco que se había hecho”, dijo la estudiante de doctorado de la Universidad de Minnesota, Megan Strauss al New York Times en octubre. “Es impresionante que algo tan conocido como una jirafa haya sido tan poco estudiada”.
La especie no está listada como en peligro de extinción por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (IUCN su sigla en inglés), que actualizó la lista roja en 2010. Pero mientras la IUCN continúa calificando a las jirafas como una “preocupación menor”, ha listado a dos de nueve subespecies como en peligro de extinción. El grupo estima que menos de 200 jirafas del Oeste de África se han mantenido en Nigeria, mientras que la población de Rothchilds en Uganda y Kenia están bajo los 700 y siguen cayendo, de acuerdo a un informe realizado por la organización sin fines de lucro Elefantes sin Fronteras.
La IUCN notó en 2010 que las jirafas Rothchild estarían más cercanas a la lista “en peligro crítico de extinción” y también reconoció evidencias que ponen en problema a las especies en la frontera: “Un estimado reciente de la población sugiere que el declive total de la población que se ha confirmado, si se sostiene, podría significar que las especies pasarán a una categoría mayor de riesgo en la lista”.
El GCF ha estado trabajando los últimos cinco años para corroborar tales preocupaciones, produciendo un estudio sin precedentes de la población de las jirafas que según se espera, será publicado en 2015. Este estudio sugiere que las especies ha decaído un 42,9% en los últimos quince años, debido principalmente a los cazadores furtivos y una pérdida del hábitat causado por el crecimiento de la población humana.
Las jirafas todavía viven en 21 países en África, pero espacios dentro de su hábitat están siendo utilizados especialmente para la agricultura. Aun en lugares donde hay grandes áreas verdes intactas, la fragmentación causada por el desarrollo en otros lados restringe el rango y dificulta la diversidad genética, mientras que los cambios climáticos pueden impulsar sequías largas que pueden añadirse a otras presiones. Y más allá del rápido cambio climático, que ha llevado a las desesperadas jirafas a alimentarse de campos de agricultores lo que las ha convertido en una peste para las comunidades locales, los animales también se ven amenazados por los cazadores ilegales.
Los humanos tienen una larga historia sobre la caza de las jirafas, donde buscan alimento y a la vez su gruesa piel, para confeccionar ropa y otros ítems. Pero recientemente la creencia de que el cerebro y el hueso de las jirafas puede curar el SIDA, ha tomado vuelo en Tanzania, lo que, de acuerdoa ciertos informes, ha elevado los precios por la cabeza o huesos de estos animales a US$ 140 por pieza. Y como las jirafas son fáciles de atrapar por humanos –generalmente basta con solo un disparo–, también se han convertido en una fuente de comida y de ingresos extra entre el grupo en aumento de cazadores ilegales de elefantes.
Sin embargo, en este negativo escenario, se ha comprobado que cuando los humanos luchan por las jirafas, su suerte aumenta considerablemente. La jirafa del Oeste de África, por ejemplo, estaba al borde de la extinción en 1990 debido al crecimiento de la población humana y una serie de sequías. Con solo 50 individuos en 1996 la subespecie ganó una protección legal por parte del gobierno de Níger, ayudándolo a aumentar a 250 individuos en 2010. Los ecologistas también han trabajado con los pueblos de Níger para plantar 5.300 árboles de acacia desde 2012, reduciendo la necesidad de las jirafas de comerse los cultivos. Pese a que su recuperación se mantiene frágil, Níger es ahora el hogar de casi 400 jirafas al Oeste de África, que han aumentado su población en un 60% en solo cuatro años.
Visto en: Mother Nature Network