Por Romina Bevilacqua
15 mayo, 2015

Rocas afiladas como cuchillas no es lo que habría imaginado como el lugar perfecto para vivir.

En la remota isla de Madagascar se esconde un bosque fuera de lo común. En él los árboles han sido reemplazados por una escarpado terreno de rocas afiladas y grises que se yerguen amenazantes y desafían a todo aquél que piense en recorrerlo. Lo llaman “Tsingy de Bemaraha”, que en malagache significa “donde no se puede caminar descalzo”, aunque necesitarás más que un par de zapatos para recorrerlo y cualquier paso en falso podría terminar en una herida.

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Stephen Alvarez

Pero pese a lo peligroso que puede parecer para nosotros, este lugar se ha convertido en una especie de fortaleza para muchos animales que en él encuentran un refugio donde el ser humano no puede afectarlos. Los inexplorados pasajes de este bosque de pináculos petrificados que pueden llegar a alcanzar los 30 metros de altura, y que conforman un parque nacional, son el hogar de más de 100 especies de aves, 45 especies de reptiles, 11 tipo de lémures y muchos insectos y animales endémicos –que sólo se pueden encontrar en este lugar–.

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Stephen Alvarez

Steven Goodman, un biólogo que ha vivido y trabajado en Madagascar por 20 años, describe esta región como “un refugio en el paraíso”, un lugar donde la biología es más familiar a lo que existía hace un siglo y en donde sólo por caminar por ahí puedes encontrarte con una criatura nunca antes vista. Esta área protegida de 1.553 km2 pareciera ser una isla por sí misma que se ha formado luego de que gigantescos bloques jurásicos de piedra caliza fueran disueltos y transformados por el agua de las lluvias hasta crear torres, cuevas, cañones y pasadizos, algunos tan angostos que resultaría difícil para un humano pasar a través de ellos y otros tan anchos como avenidas.

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Stephen Alvarez

Pero para sobrevivir en este lugar –literalmente “al filo del peligro”– estos animales tienen características bastante inusuales. Para empezar deben ser capaces de soportar temperaturas de 32ºC y si están en lo alto de las rocas, no encontrarán resguardo para el sol, deben soportar la desecación que sigue a los meses de lluvia, o de lo contrario ser capaces de moverse por los afilados picos de rocas, como es el caso de los lémures.

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Stephen Alvarez

Lémures como el lemur sifaca blanco utilizan las rocas en tsingy como autopista, saltando de roca en roca hasta llegar a los árboles frutales. En las ranuras y grietas, lagartos persiguen a insectos entre plantas tolerantes a la sequía, aloes y otras plantas cuyas largas raíces buscan entre las rocas alguna acumulación de agua. Las cuevas y paredes del cañón están habitadas por murciélagos de la fruta y loros vasa oscuros y en los lugares más oscuros, abejas hacen sus nidos en huecos en la piedra.  Pero también hay grandes grietas en las que el agua y sedimentos se acumulan para formas un ambiente perfecto para todo tipo de animales y plantas como gigantescas serpientes, pequeños insectos, camaleones, ratas, orquídeas e incluso cangrejos.

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Stephen Alvarez

Esta fortaleza amurallada ha resguardado la fauna que en otras zonas de la isla prácticamente ha desaparecido. Desde que los humanos llegaron a la isla de Madagascar hace 2.300 años, casi el 90% de los ambientes naturales de la isla han desaparecido o han sido destruidos por la tala de árboles, la quema de extensas áreas para crear terrenos para cultivo o más recientemente, para el ganado. El bosque de rocas de Madagascar es uno de los pocos que existen de este tipo en el mundo, y el más grande.

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Stephen Alvarez