Por Romina Bevilacqua
11 noviembre, 2014

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**Este artículo fue escrito por Arin Greenwood, editora de bienestar animal en el Huffington Post. 

Era un hermoso día de otoño, perfecto para ir de caminata. Por lo que mi amiga Rebecca y yo, junto con mi perro Murray, hicimos una parada en el refugio animal de nuestra localidad para elegir un perro para que nos acompañara. Había escuchado acerca de programas que dejaban que los visitantes se llevaran perros de refugios para ir de caminata, en Hawaii, Utah y Colorado. Era algo que yo también quería hacer con muchas ansias.

Aun cuando no estaba de vacaciones en ese momento, estaba muy emocionada de saber que la grandiosa área del D.C. poseía un numero en aumento de refugios y de grupos de rescate que podían prestarte uno de sus perritos por el día. La Liga de Bienestar Animal de Arlington, en Virginia del Norte, está estableciendo este tipo de programas. Por otra parte, el Centro de Adopción y de Servicios para Animales Montgomery en Maryland, lanzó una versión propia de este tipo de programa en septiembre.

A Rebecca y a mí nos prestaron a Marla, una pitbull, en el Refugio Animal del Condado de Fairfax, lugar que había logrado hacer que los perros estuvieran disponibles para cualquiera que hubiese sido parte de las sesiones de entrenamiento de acogida del grupo de Virginia desde abril de este año.

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Marla en el asiento del copiloto con su pañuelo verde.

Marla, que tiene cerca de 2 años y medio y fue encontrada extraviada hace cerca de dos meses, tenía puesto un pañuelo que decía “adóptame” al momento en el que llegamos al refugio, ya que el motivo de estas salidas es poder presentar perros que estén disponibles para adopción a sus potenciales nuevos dueños.

Otros beneficios que trae esto, es que se le proporciona tiempo para estar con perritos a personas que aman las mascotas pero que no pueden tener una propia y al mismo tiempo, le entrega a los perros tiempo para ejercitarse, socializar y recibir cariño.

La fortaleza de este programa es que está al alcance de personas con un horario y vidas ocupadas”, dice Kristen Auerbach, la portavoz del refugio de Fairfax. “La mayoría de la gente no tiene semanas ni meses que puedan dedicarle a las mascotas de refugio pero la mayoría tienen ese par de horas que se necesitan para entregarle al perrito del refugio un bien merecido descanso”.

Los voluntarios del refugio tenían una serie de buenas sugerencias relacionadas con el lugar al que podríamos ir, tanto por diversión como para ir de caminata, por lo que prontamente nos encontrábamos cerca de Manassas Battlefield. Marla pasó la mayor parte del tiempo lamiendo mi cara: otro punto del programa es ver cómo el perro se comporta en ciertas situaciones. Descubrimos que Marla se comporta de maravilla, igual que mi perro Murray, que ya sabía que se iba a poner un poco celoso al momento de ponerlo en el asiento trasero.

Manassas es el lugar donde el Ejército de la Unión sufrió una gran derrota y donde Murray, quizás queriendo sumergirse en la historia, decidió rodar en algo realmente hediondo. Marla, que tenía un pelaje rojizo que se mezcla también con el follaje de la temporada, se dedicó la mayor parte del tiempo a trotar, portándose muy, muy bien a lo largo de nuestra caminata de cerca de 6 kilómetros.

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El sol había salido. Los perros estaban felices, especialmente cuando nos sentamos para hacer nuestro picnic y les di un poco de mi ensalada para que se entretuvieran. “Marla hará feliz a alguna familia muy suertuda”, dije en relación al perro que masticaba tan delicadamente un pedazo de sándwich.

Pero ninguno de nosotros podía ser esa familia. Rebecca no vive en un lugar donde pueda tener un perro ahora. Yo ya tengo dos gatos y a Murray en un departamento pequeño y mi marido, siendo paciente y realista, siempre le preocupa que algún día aparezca en las noticias por las razones equivocadas, en caso de que tenga más animales en la casa.

Cuando Shari Kalina, la coordinadora de adopciones del Refugio de Montgomery County, me contaba acerca de un perro llamado Egypt, me dejó en claro que no debería sentirme culpable al término de la salida. Egypt era uno de los residentes del refugio que más tiempo había pasado ahí, quien logró conocer “a sus futuros adoptantes mientras volvía de su paseo y estaba pasando por el lobby del centro de adopción, feliz y calmada”. “Su comportamiento en el refugio no era de los mejores ya que había pasado mucho tiempo encerrada en una jaula. El Programa Ambassador le permitió mostrarse como realmente es, lo que se acerca mucho más a cómo ella se comportaría en un hogar. Su familia adoptiva logró ver eso… ¡y ahora la aman!”

Murray no parecía muy preocupado cuando la caminata terminó –él prefiere dormir una siesta que ir de caminata, aun cuando no está compitiendo por un pequeño pedazo de ensalada de huevos–. Aun así, Rebecca y yo estábamos muy tristes de tener que dejar partir a Marla.

Kristen Auerback nos aseguró que “el 100% de las veces que los perros vuelven, vuelven a tomar una “larga siesta”. También nos prometió que cada uno de los 100 y más perros que han sido sacados para caminar, como fue lo que hicieron con Marla, ha encontrado un hogar.

Hay algo muy restaurador y maravilloso en entregarle amor a un perro de refugio”, dice Auerbach. “No existe ningún otro programa que haga más por ayudar a los animales a encontrar nuevas familias como éste”.

Y tú ¿te animarías a hacer algo así?

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