Por Romina Bevilacqua
3 julio, 2015

Si tu placer culpable es untar tu rebanada de pan recién tostado con mantequilla, será mejor que leas esto. Podrías reducir tus riesgos de padecer un ataque al corazón. 

Por mucho tiempo el alto contenido en grasas saturadas de la mantequilla levantó la alarma sobre muchos que la consideraban poco saludable y una aliada de la obesidad y problemas al corazón. Comenzaron a crearse sustitutos y surgió la margarina y otros productos alternativos, pero ¡sorpresa! estos sustitutos no eran muy saludables e irónicamente podrían haber contribuido al aumento de casos de obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares –todas las cosas de las que se pretendía escapar al no consumir mantequilla–.

El problema es que en realidad los temores acerca de la mantequilla estaban mal infundados, al menos así lo explica el doctor Frank Lipman, fundador y director del Centro de Bienestar Eleven Eleven en Nueva York en su página web. Según él, “es tiempo de que comencemos a ver a la mantequilla por lo que es: el súperalimento olvidado. La mantequilla en su estado orgánico y proveniente de vacas alimentadas con pasto realmente la lleva en términos de nutrición (…) y aporta muchas vitaminas y minerales”. Según un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, aquellas personas que consumen mantequilla proveniente de animales alimentados con pasto tenían menos probabilidades de padecer ataques al corazón. Y según los resultados, mientras más mantequilla de animales alimentados con pasto consumían más reducían sus riesgos –tenían un 49% menos de probabilidades de padecer un ataque al corazón que aquellas personas que consumían una cantidad mucho menor–. Esto se debía a que ingerían una mayor cantidad de lácteos “enteros” (con todas sus grasas) y por ende una mayor cantidad de Ácido linoleico conjugado.

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La mantequilla natural en términos simples es básicamente grasa de la leche de vaca y ésta es bastante compleja. Diversos estudios han señalado que contiene cerca de 400 ácidos grasos diferentes y una gran cantidad de vitaminas solubles en grasa. Los ácidos grasos no sólo proveen de energía, sino que también tienen una potencial actividad biológica proveyéndonos de diversos beneficios a la salud. Entre ellos por ejemplo está el Ácido linoleico conjugado (ALC). La mantequilla de vacas alimentadas con pasto contiene 5 veces la cantidad de ALC que la mantequilla proveniente de vacas alimentadas en granjas con granos y otros. La mantequilla de animales alimentados con pasto también contiene una mayor cantidad de Omega-3 y vitamina K2, sin contar la presencia de vitamina A, D y E y los minerales como selenio, magnesio, zinc, cobre, etc.

“Cuando se trata de mantequilla, no todas son creadas de la misma forma. La mejor mantequilla es aquella natural, orgánica y de rumiantes alimentados con pasto. No es sorpresa que la mantequilla producida con leche proveniente de animales de pasturas o que se alimentan de pasto tenga muchos más nutrientes que la de aquellos animales de factoría alimentados con granos baratos,antibióticos y alimentos libres de nutrientes y transgénicos”, señala Lipman, que también recomienda como una alternativa incluso mejor: la mantequilla natural, orgánica y de animales alimentados con pasto pero pasteurizada.

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Nicolaj Schouboe

Eso sí, aunque sea deliciosa, hay que controlar la cantidad que ingerimos. En otras palabras, consume mantequilla, pero no ahogues tus panes y platos en ella. “Piensa en la mantequilla como en un bocado de unas pocas veces a la semana, no como una necesidad diaria. Como el trozo de chocolate ocasional, la clave para obtener los beneficios de la mantequilla es la moderación“, señala Lipman.

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