Por Catalina Vásquez
27 abril, 2015

Ahora entiendo por qué me siento tan feliz y tranquila cuando estoy en su compañía.

Un grupo de científicos encabezado por el veterinario japonés Takefumi Kikusui, se juntó para hacer lo que mejor saben hacer: un experimento. Reunieron a 30 perros y sus dueños, los metieron a una habitación durante media hora y se dedicaron a observar. Todos compartieron, jugaron, hubo caricias, lengüetazos, miradas tiernas y voces muy mimosas. Hechos muy esperables, pero relevantes para llegar al siguiente paso y crucial.

Antes de meterlos en la habitación les habían pedido una muestra de orina a todos los participantes y justo después del evento les pidieron una segunda muestra para comparar el nivel de oxitocina, o mejor conocida como la hormona del amor. Las conclusiones de Kikusui, de la Universidad de Azabu, Japón, fueron sorprendentes: cuanto más se miraban a los ojos los perros y sus dueños, más oxitocina producían sus cerebros.

perroymujer

A raíz de esto, los investigadores quisieron ver qué sucedía con una especie bastante similar a los perros, y revisaron los niveles de oxitocina al compartir con lobos criados por el hombre. La verdad es que la hormona, ingrediente químico fundamental del cariño que sentimos en nuestro cerebro, no subió ni un poquito. 

Con estos nuevos resultados, la investigación tomó más fuerza, y lo siguiente fue meter a perros a los que les rociaron previamente oxitocina en el hocico, en la misma habitación con su dueño y dos desconocidos. Los resultados fueron amor, amor y más amor, ya que los perros se quedaban pegados en los ojos de sus dueños y eso era correspondido. 

TOP-LAB

Las conclusiones del equipo y que fueron publicadas en la portada de la prestigiosa revista Science, explican que los perros al convivir durante miles de años con nosotros, han logrado imitar un comportamiento, la mirada de los niños, que provocaba recompensas y mimos. Y que debido a eso, nuestra relación con estos seres es similar a la que tiene una madre humana con su hijo.

Amor, amor y más empalagoso amor, que reafirma lo positivas que pueden llegar a ser las terapias con perros para las personas con autismo, trastorno de estrés postraumático, presos de la cárcel, y la verdad, cualquier persona en general.