Por Catalina Vásquez
27 marzo, 2015

Su aspecto lo hace ver muy débil, pero la verdad es que se trata de un salvaje depredador.

El onicóforo o gusano aterciopelado es una sorprendente proeza de la evolución dentro de un pequeño cuerpo tubular. Estos gusanos tienen entre 13 y 43 pares de apéndices huecos y regordetes que se encuentran llenos de líquido, no poseen articulaciones, y tienen garras duras y retráctiles hechas de quitina para aferrarse en terrenos desnivelados. Ah, y arrojan una secreción adhesiva desde dos aperturas llamadas papilas orales.

La blanca sustancia se exprime a través de largas glándulas viscosas a medida que sus músculos se contraen y arrojan el líquido al aire y a su presa. Las glándulas comienzan desde muy adentro del cuerpo del gusano aterciopelado y representan más del 10% de su masa corporal. La criatura puede lanzar dicha secreción casi a 30 centímetros de distancia, aunque usualmente sólo lo arrojan un par de centímetros para aumentar la precisión.

shutterstock_107255312

Los científicos solían pensar que este lanzamiento de secreción adhesiva se debía a que los músculos de las papilas se movían. Pero resultó ser que es mucho menos dirigido que eso. Mientras que los viscosos tubos parecieran estar rociando con una precisión exacta, realmente no lo están.

En un nuevo artículo publicado por la revista Nature, los investigadores descubrieron que el movimiento es el resultado de la dinámica de fluidos, no de los músculos. Las papilas oscilan como una manguera sin cuidar en un jardín, la cual se agita violentamente cuando sale agua. Cuando la sustancia es arrojada a través de sus glándulas, las papilas se sacuden y envían la viscosidad en un chorro al igual que un regador.

httpv://youtu.be/Oh4ezLN2IqM

Como señalan los autores en su artículo: “La interacción entre las fuerzas del fluido y la elasticidad de la papila producen el movimiento oscilatorio característico utilizado para cazar la presa, y así descartan la necesidad de cualquier músculo controlado velozmente”.

Para reforzar su punto, los investigadores hicieron una imitación de las papilas del gusano utilizando tubos elásticos y enviaron agua a través de ellos. Para hacer que los tubos oscilaran de allá para acá de una manera similar, el agua necesitaba estar a una velocidad de aproximadamente 8,6 metros por segundo. Vean el video a continuación.

httpv://youtu.be/RhDLSiJ0C-Q

Una vez que la viscosidad deja el cuerpo del gusano, ésta se coagula rápidamente sobre cualquier presa que tuvo la desgracia de ser rociada. Es un mecanismo evolutivo muy extraño, pero que esta especie tiene hace más de 500 millones de años.

El comprender las habilidades únicas del gusano aterciopelado puede influenciar “el futuro de los artefactos microfluídicos oscilantes”, señalaron los investigadores, e incluso pueden inspirar nuevas “producciones de tecnología de micro y nanofibras”.

Visto en IFL Science