Al rastrear excremento estos perros podrían estar salvando a una especie de la extinción

¿Es cierta la frase: “eres lo que comes”?

En unos pocos y densos terrenos boscosos de Nigeria y Camerún vive un simio tan poco común y escurridizo, que la verdad, es considerado un misterio. Se trata del Gorila Cross River (cruzador de ríos) del cual, sólo quedan unos 200 o 300 en estado salvaje.

Durante muchos años se ha tratado de estudiar a estas tímidas criaturas y aprender más sobre ellos, pero es tan lento el avance, que un grupo de científicos de Alemania y Estados Unidos decidió recurrir a perros entrenados para rastrear sus heces, sí sus heces, popó, fecas… cómo quieras llamarlo. Y los descubrimientos que han obtenido, han sido bastante más beneficiosos de lo esperado y los han publicado en el periódico Royal Society Open Science.

Así, y aunque la mayoría de nosotros esperamos que nuestros encuentros con heces sean lo más breves posibles antes de tirar la cadena, este no es el caso para los biólogos conservacionistas. Y parece ser que la a serie de televisión You Are What You Eat (Eres lo que comes) dio en el clavo con una verdad: la materia fecal es una rica fuente de información sobre sus dueños.

Las heces no sólo nos indican lo que el individuo ha estado comiendo, también contiene ADN, parásitos intestinales y hormonas, los cuales pueden “hablarnos” de su reproducción y niveles de estrés. Los investigadores en este estudio en particular fueron tras el ADN del gorila, el cual puede ser utilizado para determinar el sexo e identidad, además de estimar el número de ejemplares, dependiendo de la cantidad de heces que se encuentren. Si quieres saber más de este interesante y un poco sucio artículo original de IFL Science, sigue leyendo.

Detective “Popo”

Los gorilas, como se podrán imaginar, producen grandes cantidades de heces. Pero a pesar de su tamaño, encontrar tales depósitos en un bosque tropical no es una tarea fácil para los humanos, especialmente por el hecho de que los gorilas son muy tímidos. Una forma de resolver este problema es usando perros rastreadores especialmente entrenados para encontrar excrementos de gorila.

El uso de perros como detectores de olor data de los años 60, cuando fueron utilizados por primera vez para encontrar narcóticos en aeropuertos, aduanas y otros lugares por el estilo. Esto obtuvo resultados tan exitosos, como para iniciar una verdadera profesión con nuestros amigos peludos, cuyas magníficas habilidades olfativas son hoy en día aprovechadas para encontrar todo, desde explosivos, tumores cancerosos y por extraño que se lea, la caca flotante de las ballenas asesinas.

Los científicos continúan debatiendo sobre cuán bueno es el olfato de los perros. Hasta el momento, investigaciones han demostrado que pueden detectar químicos en partes por trillón, mientras que la mayoría de las máquinas detectoras de químicos lo hacen en partes por billón. Los perros poseen 20 veces más receptores olfativos que los humanos, y dedican 40 veces más de su cerebro a procesar olores. Se dice que si su poder olfativo fuera como el del gusto, podrían detectar una cucharadita de azúcar en la cantidad de agua necesaria para llenar dos piscinas olímpicas. Además pueden detectar los componentes separados de un olor, su nariz puede determinar los ingredientes de lo que sea que estén oliendo.

Las polillas y las abejas también pueden ser entrenadas para detectar explosivos o drogas, mientras que las ratas gigantes africanas pueden detectar minas antipersonas e incluso la tuberculosis mejor que los humanos con sus máquinas. La ventaja que poseen los perros por sobre los insectos y hasta cierto punto, sobre las ratas, es su capacidad de cubrir grandes áreas en cortos periodos de tiempo. Pero como sucede con todos los animales rastreadores, el problema es la necesidad de un entrenador que desacelere a los perros, especialmente en un bosque tropical montañoso.

África necesita sus propios perros detectives

Los perros utilizados en este estudio eran perros traídos desde Estados Unidos, que resultaron tener más éxito en la búsqueda de excrementos que los humanos y ser menos parciales en ubicación de sitios. Donde los humanos tendían a buscar “nidos” de gorila y luego sus excrementos en los alrededores, los perros rastreaban toda el área. Esto significaba que los perros encontraban excremento pertenecientes a más individuos, lo que entregaba un estimativo de la población de gorilas. De otorgárseles suficiente tiempo en el estudio, los autores creen que los perros rastreadores podrían otorgarles una cifra precisa de la población de gorilas.

Sin embargo, los perros especialmente entrenados y sus adiestradores importados de Estados Unidos implicaban un costo por excremento hallado 7 veces mayor que aquellos encontrados por investigadores de campo. Este estudio piloto de sólo unas pocas semanas costó casi US$100.000.

Los autores de este estudio reconocen, a pesar del costo, el valor de la utilización de perros rastreadores en estudios a más largo plazo, para la investigación de especies amenazadas como los gorilas Cross River, especialmente si los perros buscan excrementos de varias especies en peligro. Además, sugieren la creación de un programa local de perros rastreadores. ¿Perros rastreadores caza-gorilas para África? Es una causa noble que vale la pena.