El virus ha aniquilado a más de un tercio de la población de estos animales en el mundo.
Existe un lado de la crisis del Ébola que ha pasado prácticamente inadvertida: la amenaza que el virus presenta para los grandes simios de África. En este momento, el virus es la amenaza más grande para la supervivencia de los gorilas y los chimpancés. En comparación con los humanos, el Ébola ha demostrado ser incluso más mortal para los grandes simios de la región que han visto tasas de mortalidad de casi el 95% de los gorilas y del 77% en los chimpancés. Esto ha llevado a que más de un tercio de la población mundial de gorilas y chimpancés haya muerto a causa del virus desde la década de 1990.
Al igual que con los seres humanos, estas muertes tienden a aparecer como epidemias. En 1995, se informó de un brote epidémico que mató a más del 90% de los gorilas en el Parque Minkébé ubicado en la región norte de Gabón. En el período entre 2002 y 2003, un solo brote de ZEBOV (un tipo de Ébola originado en Zaire) en la República Democrática del Congo afectó a alrededor de 5.000 Gorilas Occidentales (gorilla gorilla). Todos ellos fallecieron. Es difícil contar con precisión las poblaciones de estas elusivas criaturas pero la WWF (“Fondo Mundial para la Naturaleza”) estima que existen más de 100.000 gorilas silvestres, por lo que un sólo brote de Ébola pudo aniquilar a una parte importante de la población mundial de gorilas.
Por supuesto existen otros factores detrás de la disminución del número de los grandes simios de África como el intercambio ilegal en la vida silvestre y carne de animales salvajes, la guerra, la deforestación y otras enfermedades infecciosas. Además los simios salvajes cada vez se enfrentan a más presiones que los llevan a habitar en pequeños rincones aislados, lo que anula su habilidad para reproducirse, alimentarse y esconderse de los cazadores.
Según nuevos descubrimientos, incluso podría existir una relación entre la deforestación de los bosques y los consecuentes cambios climáticos con la propagación del virus y otras enfermedades infecciosas. En 2003, un artículo sobre la disminución de los grandes simios publicado en la revista nature y escrito por un equipo liderado por el primatólogo Peter Walsh, predijo que: “Sin una fuerte inversión en el reforzamiento de la ley, en la administración de zonas protegidas y la prevención del Ébola, la próxima década verá cómo nuestros primos más cercanos serán empujados hacia el borde de la extinción“.
Tristemente, esta predicción parece haberse hecho realidad. Desde el 2008, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza calificó al Gorila Oriental (gorilla beringei) como en peligro de extinción y a los Gorilas Occidentales como en peligro crítico de extinción. Y si esta tendencia continúa, estas décadas podrían llegar a ser las últimas en las que los simios puedan seguir viviendo en sus hábitats naturales. Desafortunadamente, parece haber una falta de compromiso político que sirva para implementar políticas que pudieran poner en marcha soluciones viables al problema.
Como una estrategia de corto plazo, la vacunación podría ser extremadamente útil a la hora de luchar contra la crisis del Ébola que afecta a los simios, ya que a diferencia de los humanos, se ha desarrollado una vacuna para gorilas y simios que ha probado ser segura y efectiva. Sin embargo, hasta la fecha estos ensayos no se han puesto a prueba en chimpancés vivos con el virus. A lo largo de gran parte de Europa, la investigación hecha en los grandes simios está prohibida o extremadamente restringida debido a sus parecidos cognitivos con los seres humanos.
En el largo plazo, los esfuerzos de conservación cuyos objetivos sean restaurar los hábitats de los bosques, podrían ayudar a detener el impacto de la propagación del virus ya que contar con áreas forestadas más grandes podría reducir las posibilidades de que animales que sí estén contagiados se pongan en contacto con otros que estén sanos. Junto con la regeneración de los bosques, se necesitaría también contar con una mayor protección para los simios de los cazadores y tener leyes más estrictas que permitan controlar el consumo de carne de animales silvestres, algo que sería increíblemente beneficioso, tanto para simios como para seres humanos.
Visto en: The Conversation