Por Catalina Vásquez
9 junio, 2015

Nunca se me hubiese ocurrido invitar a una familia de alces a una tarde refrescante.

Es verano en Alaska, y la verdad, es que podría ser mucho más caluroso de lo que el común de las personas imaginamos al ver documentales de pingüinos, y muuuchísima nieve. Aquí, y repito, en pleno verano, el sol comienza a aparecer a las 04.30 am y se esconde a las 10.00 pm. Aproximadamente 16 horas de día que comienzan a afectar a todos sus habitantes desde tempranito, y que por lo mismo, los hacen soñar con una tarde a la sobra, mejor si es en una piscina y con refrescos.

Y exactamente así fue la tarde del 31 de mayo para esta familia de alces salvajes, gracias a la ayuda de Candice Helm, una vecina de la comunidad de Eagle River. La mujer, teniendo en cuenta que era domingo (no hay mucho para hacer) y al ver que esta madre y sus pequeños daban vueltas por el jardín delantero de la casa, buscando una que otra fruta en los árboles y cortando el césped, es que decidió, debía mejorarles el día.

Lo único que tuvo que hacer: prender los aspersores para que los pequeños y su madre corretearan alrededor, se mojaran la espalda, cabezas y barrigas, y jugaran sin cansancio.

Bueno, se me olvidaba otro detalle… también grabar un video que lo comprobara, para que todos nosotros pudiésemos disfrutar de esta adorable familia.