Por Romina Bevilacqua
16 febrero, 2015

Incluso cuando descubren que se las están comiendo reaccionan.

Una pequeña planta floreada llamada Arabidopsis thaliana puede escuchar las vibraciones que las orugas producen cuando mastican sus hojas. De acuerdo a un nuevo estudio, las plantas pueden escuchar el peligro fuerte y claro, y responder lanzando defensas químicas.

httpv://youtu.be/UahTNGJhZ2E

Basados en anécdotas y estudios previos, sabemos que las plantas responden al viento, tacto, y a la energía acústica. “El campo está un tanto obsesionado con su historia de tocarle música a las plantas. Este tipo de estímulo está tan distanciado de la ecología natural de las plantas que es muy difícil interpretar estas respuestas”, dice Rex Cocroft de la Universidad de Missouri, Columbia. “Estamos intentando pensar sobre el ambiente acústico de la planta y qué cosas puede estar tratando de escuchar”.

En este primer ejemplo de plantas respondiendo a vibraciones de sonidos ecológicamente relevantes (por ejemplo de depredación), Cocroft y el Dr. Heidi Appel combinaron el análisis de audio y la química. Primero, colocaron un pequeño pedazo de cinta reflectante en una hoja; de ese modo, usaron un rayo láser, y así pudieron medir los movimientos de la hoja cuando la oruga masticaba.

Tras registrar las aparentemente inaudibles vibraciones sonoras de la oruga masticando, los investigadores tocaron estas grabaciones a un grupo de plantas Arabidopsis, mientras que a otro grupo lo pusieron en un lugar silencioso. Para imitar las características acústicas de la alimentación, utilizaron actuadores piezoeléctricos, estos son pequeños parlantes que tocan vibraciones en lugar de sonidos que viajan por el aire. “Es un proceso delicado el de hacer vibrar las hojas como lo hacen las orugas cuando se alimentan, ya que la superficie de la hoja vibra de arriba abajo en alrededor de 1/10,000 de 2.54 cm”, explica Cocroft en una entrada de blog. “Pero podemos adherir un actuador a la hoja con cera y de manera precisa tocarle segmentos de la alimentación de la oruga para recrear un típica sesión de alimentación de 2 horas”.

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Luego, dejaron que orugas de mariposas comieran alrededor de un tercio de las hojas en cada planta de ambos grupos. Les dieron entre 24 o 48 horas para responder al ataque, tras el cual las hojas fueron cosechadas. “Observamos los glucosinolatos que hacen a la mostaza picante y tienen propiedades anti-cancerígenas y antocianinas que dan el color rojo al vino y causan algunos de los beneficios de salud del chocolate”, dijo Appel. “Cuando los niveles de estos químicos aumentan, los insectos se alejan o no comen a la planta”.

Las plantas con exposición previa al sonido de las vibraciones liberaban cantidades más altas de glucosinolatos (como el aceite de mostaza), y químicos desagradables para los insectos. Las vibraciones asociadas a la alimentación de los insectos producen cambios en el metabolismo de las células de las plantas, creando químicos de defensa para repeler los ataques, explica Appel. Esta investigación fue publicada en Oecología.

Notablemente, las plantas expuestas a las vibraciones del viento o a sonidos de otros insectos no aumentaron sus defensas químicas. Ellas parecen identificar la diferencia entre vibraciones asociadas a la alimentación frente a otras causas. “Esta investigación también ha abierto un poco más la puerta para comprender el comportamiento de las plantas, demostrando que las plantas poseen muchas de las mismas respuestas a influencias externas que los animales, aún cuando sus respuestas pueden verse diferente”, explica Appel. Ahora el equipo está dedicado a descubrir cómo las plantas sienten las vibraciones.

Visto en: Iflscience