Por Romina Bevilacqua
3 octubre, 2014

Algunas de las características de tu entorno que te ayudan a potenciar tu creatividad, fueron utilizadas inconscientemente por una gran figura de la literatura: F. Scott Fitzgerald. Y es a través de su historia que te revelaremos cuáles son estas cosas que te podrían ayudar a escribir ese artículo, ensayo o cuento de una mejor manera.

F. Scott Fitzgerald demoró casi un año en terminar Suave es la Noche, su novela semi-autobiográfica sobre la decadencia física, financiera y moral de un hombre que tenía un potencial casi ilimitado. Mientras trabajaba en su novela, Fitzgerald y su esposa Zelda se mudaron a Francia, luego a Suiza y finalmente a los Estados Unidos para eventualmente pasar dieciocho meses en La Paix, una vieja casa de campo al norte de Baltimore que él arrendaba mientras Zelda se trataba su esquizofrenia en una clínica cercana. La familia Turnbull era dueña de la propiedad y Andrew Turnbull, quien tenía 11 años en la época, más tarde relataría el tiempo que Fitzgerald vivió ahí, en su biografía Scott Fitzgerald.

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Mientras que estaba en La Paix, Fitzgerald trabajaba en oscuras y desaliñadas habitaciones con una botella de gin cerca. Realizaba cortas caminatas y volvía a escribir sus ideas a mano en blocs de notas que se desparramaban en su mesa. También amaba robar del vino casero de los Turnbulls.

“Aturdido y pálido,  caminaba arrastrando los pies en su enfermizo encierro en pijama y bata, pensando en su próxima jugada”, recuerda Turnbull en el libro. “Al volver a su estudio, él escribía [sus pensamientos] en su hermosa caligrafía en papel amarillo tamaño carta. Al interrumpirle en su trabajo, recuerdo la forma en que sus ojos estaban iluminados, la sensible rigidez de su boca, esa calidad melancólica causada por el licor que tenía”.

Parte de los motivos por lo que Fitzgerald se demoró tanto en terminar Suave es la Noche fue la condición de Zelda que empeoraba. Tampoco era de esperar que su dañino proceso creativo, impulsado por el alcohol, le ayudara de alguna forma.

Aún así, estudios recientes demuestran que entornos desordenados, oscuros, ruidosos, llenos de alcohol como el que Fitzgerald cultivó en La Paix puede, de hecho, ayudan a estimular la creatividad.

 

La oscuridad y las luces tenues pueden fomentar la libertad de pensamiento, lo cual lleva a una generación más prolífica de ideas, de acuerdo a un reciente artículo en la revista Journal of Environmental Psychology. De forma específica, la luz tenue opaca las distracciones de la habitación, promoviendo la concentración en la reflexión interna y el trabajo que se realiza en el momento.

La siguiente pregunta es si trabajar en un escritorio ordenado o desordenado. Si bien un escritor presionado por fechas límites preferiría un escritorio limpio (reducir el desorden ayuda a las personas a concentrarse), un pequeño estudio descubrió que trabajar en medio del desorden ayuda a las personas a tener ideas más creativas.

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Kathleen D. Vohs, profesora de la Escuela de Administración de la Universidad de Minnesota e investigadora principal del estudio, escribe: “Ayuda a la creatividad el alejarse de lo tradicional, del orden y de las convenciones, por eso un entorno desordenado parece ayudar a las personas a ser más creativos”.

La evidencia también apoya a los hábitos de las personas que deciden deshacerse del escritorio por completo, optando por trabajar, por ejemplo, en cafeterías. Un poco de ruido ambiental (entre 50 y 70 decibeles –el ruido promedio de una tienda de café–) perturba ligeramente el proceso mental y un estudio mostró que esto  ayuda a las personas a verse comprometidas en más pensamientos abstractos durante una tarea de asociación de palabras. Un alto nivel de ruido, sin embargo, cerca de los 80 decibeles –el sonido de un lavaplatos o de un triturador de desechos, por ejemplo– se vuelve tan perturbador para el proceso de información que se vuelve muy difícil el pensar en cualquier cosa.

Al igual que unos pocos pero muy notables creativos modernos tales como Donna Tartt, Quentin Tarantino, George R.R. Martin, y Neil Gaiman, Fitzgerald también escribía a mano, sólo usando su máquina de escribir para los borradores finales. A pesar de que muy pocas personas aún lo hacen, escribir a mano puede ayudar a generar ideas, al aprendizaje y a la memoria. Otros estudios han mostrado que tomar caminatas, o trabajar en habitaciones con techos altos, puede favorecer al pensamiento abstracto o divergente.

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Aquí tienes otro dato: Ponte un poquito ebrio. Una intoxicación moderada –un contenido de alcohol de alrededor de 0.075 en la sangre– mejora la capacidad de resolver problemas y lleva a algo conocido por los participantes del estudio Conciencia y Cognición como “iluminación repentina,” algo que fue reportado en un número considerablemente menor por los participantes sobrios. Pero esto no es una licencia para embriagarse cerca de una fecha de entrega. En una carta de Diciembre de 1934, Fitzgerald le escribió a su editor de Scribner, Maxwell Perkins, sobre su necesidad de moderar su ingesta de alcohol: “Un cuento corto puede ser escrito en una botella, pero para una novela necesitas de una velocidad mental que te permita mantener el patrón completo en tu cabeza”.

Fitzgerald terminó de escribir Suave es la Noche en el otoño de 1933 en La Paix justo antes de su cumpleaños número 37. Para entonces, había visto a su esposa caer en las profundidades de su enfermedad mental, su padre había fallecido y él mismo sufría de una hemorragia tuberculosa que lo dejó postrado e incapaz de caminar por semanas. Habiendo visto a su propia estrella caer en el ocaso luego de llegar a lo más alto de la fama tan tempranamente, con A Este Lado del Paraíso cuando sólo tenía 23 años, luchó por recuperar la fe de su público y en sí mismo con Suave es la Noche.

Utilizó sus propios sentimientos de fracaso profesional para el trágico personaje de Dick Diver, utilizó la decepción con sus padres para la relación fallida de Dick y Nicole; utilizó su aventura con Lois Moran para la aventura de Dick con Rosemary Hoyt; y utilizó la dolorosa realidad de la enfermedad de su mujer y el recuerdo de su aventura con Edouard Jozan para la enfermedad de Nicole y su aventura con Tommy Barban.

En una carta fechada del 9 de Noviembre de 1938, Fitzgerald le escribió a la hermana de Andrew Turnbull, Frances, quien era una estudiante de segundo año en la Universidad Radcliffe y le había enviado uno de sus primeros intentos en escritura de ficción. “Debes vender tu alma, tus reacciones más fuertes, no las cosas pequeñas que sólo te molestan ligeramente, esas que puedes contar en la cena”, escribió Fitzgerald.

Fitzgerald creía que ésta era la clave para un proyecto creativo significativo. Quizás todos estos pequeños “trucos de vida” – la iluminación, los niveles de ruido, el alcohol – pueden ayudar, pero tu entorno no puede vender tu alma por ti. Tal como Fitzgerald terminó sus cartas a Frances, “[Escribir] es una de esas profesiones que requiere lo “fuerte”. No te interesaría un soldado que sólo fuera un poco valiente”.

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