Por Catalina Vásquez
8 abril, 2015

Una de las escenas más confusas que he presenciado en la última semana. 

Hay un extraño lado de la Antártida que no todos conocen. Hace muchos años, el explorador británico George Murray Levick avistó a pingüinos Adelaida participando de todo tipo de libertinaje, tales como necrofilia, sexo forzado e incluso, abuso hacia sus crías. Ahora, los científicos han observado a lobos marinos intentando tener sexo con pingüinos. Algo absolutamente inusual y extremo, teniendo en consideración que ni siquiera comparten la clasificación de ser ambos aves o mamíferos.

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Como cuentan en la página IFLScience el extraño comportamiento sexual fue documentado por primera vez en el 2006 cuando científicos avistaron a un lobo marino antártico intentando copular con un pingüino rey en la Isla Marion, un lugar bastante remoto y mayoritariamente inhóspito en la sub Antártida. En ese momento, los investigadores especularon que el incidente podría haber ocurrido porque el lobo estaba frustrado o porque no tenía experiencia. Pero además sugirieron que podría haber sido un acto de agresión, ya que intentaba proteger su territorio, o que simplemente podría haber sido un acto juguetón que luego se convirtió en uno sexual.

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Sin embargo, al regresar a la isla años después para continuar con observaciones de vida salvaje, los científicos observaron el extraño acto unas tres veces más, lo cual los tomó por sorpresa por decir lo menos. “Honestamente, no esperé ver comportamientos de naturaleza similar al del 2006 nuevamente”, dijo el científico principal Nico de Bryun, “y ciertamente no en múltiples ocasiones”.

Tal como lo describen en la revista Polar Biology, el equipo observó a jóvenes lobos marinos machos de la Antártida forzando a pingüinos reyes en tres ocasiones. El género (macho o hembra) de los pingüinos es desconocido, pero parecían estar sanos.

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Los cuatro actos observados hasta ahora parecen seguir un patrón similar en el cual el lobo marino persigue, captura y luego monta al pingüino. Para luego intentar copular con el ave varias veces, con descansos entre cada intento.

Como la mayoría de las aves, los pingüinos no tienen genitales externos y poseen una abertura llamada cloaca. Se aparean al presionar sus órganos en lo que se conoce como un “beso de cloacas”, en el cual la esperma se transmite a la hembra. Traumáticamente para los pingüinos, se piensa que algunos de los lobos marinos penetraron de forma exitosa las cloacas de las víctimas durante el acto. Y aún peor, en los cuatro casos, terminaron por comer a sus víctimas. 

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El por qué estos lobos marinos están participando de inusuales actividades es un misterio. Mientras los científicos sólo pueden especular, posiblemente se relacione con cambios hormonales experimentados durante la temporada de crianza. De forma alternativa, los pingüinos podrían ser simplemente un blanco fácil para copular con ellos.

A pesar de que el acoso es difícil de explicar, el posible aumento en su frecuencia parece sugerir que podría estar convirtiéndose en un comportamiento aprendido en la isla. Se sabe que los lobos son capaces de aprender los unos de los otros, así que es posible que esto se esté expandiendo por medio de la observación. Por el momento, sólo queda seguir investigando para saber de qué se trata.