Por Romina Bevilacqua
23 septiembre, 2014

Aparentemente, las pequeñas casitas se han apropiado del escenario de propiedades al que aspirar y no solo para los que piensan en verde. Cuando llega el momento de elegir una cabaña compacta que sea de uno, los fetichistas de hogares pequeños sólo necesitan adoptar el principio guía del filósofo de historias, Ludacris: ¿Cuál es tu fantasía?

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Con un rango que va desde espacios minimalistas, pasando por cabañitas rústicas de madera cubiertas de nieve, no existe un límite aparente para la existencia de viviendas que no satisfagan la cantidad de Pinterests de un público que sigue creciendo. El productivo sitio web Tiny House Swoon, por ejemplo, ofrece cientos de páginas con refugios para aquellos que sueñan con reducir sus espacios: una casa en el árbol que parece de cuento de hadas en Alemania; una fuerte cabañita en West Virginia construida completamente de materiales reciclados; y una unidad transparente con forma de cubo en Suiza son algunas de los ejemplos que aparecen.

Probablemente muchos pensarán ¿Cuál es la gracia de un hogar del tamaño de un cajón? Pues Sally Augustin, una psicóloga ambiental con base en Chicago y fundadora de la consultoría en diseño, Design with Science, señala que “Si retrocedes a los tiempos prehistóricos, cuando no teníamos todas las herramientas y el resto de las cosas que tenemos ahora, existían ciertos ambientes que eran realmente deseables para nosotros”. “Eran lugares en los que nos sentíamos protegidos, seguros, pero desde donde podíamos observar fácilmente el mundo a nuestro alrededor. Piensa en la entrada de una cueva en un cerro, con vista de un valle al frente. Pienso que muchas de las casitas pequeñas de hoy tienen ese tipo de organización y por eso ellas no encantan a un nivel tan fundamental, psicológicamente hablando”, dice ella.

Aquí ella tiene razón. Las fotografías más inspiradoras de casitas pequeñas tienden a mostrar una estructura colgada en un risco sobre el océano, anidada en un lado de una montaña, o ubicada en una gran pradera. Pero ¿Qué pasa con los asentamientos más pragmáticos de estas casitas (en ciudades, por ejemplo) donde tener una vista de un millón de dólares no es una opción? ¿Cuál es el encanto de eso? “Los espacios pequeños te entregan mucho control de la experiencia que puedes tener ahí”, dice Augustin. “Puedes estar seguro de que tendrás control de todas las diferentes experiencias sensoriales y también podrás realmente personalizar un espacio pequeño para que dicho espacio pueda enviar las señales correctas sobre quien eres y como te valoras a ti mismo. Las McMansions, por otro lado…no tienen muchas cosas distintivas”.

Sin siquiera tomar en cuenta los beneficios ambientales o económicos, las casitas pequeñas apelan tanto a nuestros instintos más primitivos como a nuestro deseo de ser copos de nieve únicos, lo cual es una combinación muy atractiva.

Y dichos beneficios son ciertamente reales. Es lógico que una casa pequeña utilizará menos recursos que una grande pero el tamaño de ese margen no ha sido medido en su total magnitud. Sin embargo, un estudio realizado el 2010 por el Departamento de Igualdad Ambiental de Oregón (“DEQ” por sus siglas en inglés) relacionado con casas pequeñas, encontró que dentro de las 30 prácticas de construcción de carácter ambientalista, la reducción del tamaño de la casa fue el factor que tuvo mayor impacto ambiental en términos de reducción de gases del efecto invernadero. Según el DEQ, la reducción en un 50% en la superficie de metros cuadrados de una casa corresponde a una reducción del 36% en las emisiones de carbono de la vida que esa casa pueda tener.

En este estudio, una casa “pequeña” fue definida como una que tuviera 500 metros cuadrados y una “extra pequeña” tendría 350 metros cuadrados. Pero el prototipo de casita pequeña, suele tener entre 37 y 152 metros cuadrados.

Ryan Mitchell, fundador del sitio The Tiny Life, realizó una investigación de las ventajas económicas de las casitas pequeñas al entrevistar a los dueños de 120.000 de ellas. Mitchell descubrió que el costo promedio involucrado en la construcción de una casita pequeña es de USD 23.000, una vigésima parte del costo promedio de una casa en los Estados Unidos, incluyendo las tasas de interés del crédito hipotecario. Y para la mayoría de los habitantes de estas casitas pequeñas, los créditos no son siquiera una preocupación.

Nithya Priyan, de 39 años y Ally Muller, de 29, acaban de terminar la construcción de su propia casita pequeña en Chico, California. Nithya trabaja como arquitecto, y Muller como instructor de Yoga. Aun tomando el espectro de casitas pequeñas como comparación, la casa de ellos es pequeña, con un tamaño de 36 metros cuadrados. La pareja ha vivido en la casa por cerca de 6 meses, 5 de los cuales los pasaron “acampando” en la estructura sin terminar, lo que Muller admite como una idea malísima. Pero ahora que se encuentra funcionando totalmente: “La amo”, admite con felicidad Nithya. “Estaba sorprendida. Para ser honesta, tenía mis dudas en relación a la casa, pero ahora la amo totalmente”.

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La pareja decidió inclinarse por tener un lugar propio que fuese pequeñito ya que ello les permitió vivir de manera más sencilla, sustentable y completamente dentro de sus parámetros. Sin tener ninguna experiencia en construcción, ellos mismos diseñaron y construyeron su casa por USD 8500 en un espacio equivalente a una décima parte de un acre. Sus costos de vida relacionados con  servicios también han disminuido considerablemente: la casa tiene un gasto eléctrico de 240 voltios, 30 amperes, utiliza un calentador de agua de 19 galones y se mantuvo caliente por dentro completamente por el calor humano durante este invierno. ¡Sexy!

El interés de Nithya por vivir en un espacio pequeño comenzó cuando era estudiante de arquitectura en su Singapur natal: “Mi proyecto de tesis fue sobre hogares construidos en containers de carga remodelados. Siempre tuve un gran interés por vivir en espacios poco convencionales…y en la idea de no tener cosas que no fueran realmente necesarias”.

“Se siente como si tuviera menos que ver con la idea de nosotros adaptarnos en la casa y más con la idea de que la casa se nos adecúe a nosotros como un guante”, agrega Nithya.  “¡Hecho a la medida!”, se suma Muller.

Y para ellos, no hay vuelta atrás. Están comprometidos con la idea de “vivir sencillos” desde ahora en adelante. Sus planes a futuro para la propiedad incluyen poder cosechar su propia comida, recoger y cosechar agua de lluvia e incluso criar pollos.

Cherae Stone de Tahlequah, Oklahoma, cuya población es de 16.000, se mudó a su casita pequeña en Octubre del año pasado y está igual de enamorada. Stone, de 54 años, es una masoterapeuta y especialista en salud holística. El 2008 tuvo que encarar una seria de grandes desafíos: perdió su trabajo, luego su pensión de jubilación y luego a su padre, y para ponerle la guinda a la torta, se quebró el brazo, lo que la dejó inhabilitada de poder trabajar por meses.

“Me encontraba en una etapa de aturdimiento”, dice. “Sigues las reglas del juego, haces lo que supuestamente tienes que hacer acá en Estados Unidos y piensas que todo va a estar bien”.

En un principio, el plan de Stone era irse de su casa de 600 metros cuadrados en dónde ella había criado a su familia y comprar una casa de más de 150 años (o sea, con un alto costo de mantención) en Tahlequah.  Con sus niños ya crecidos y viviendo fuera de la casa, sus ahorros se agotaron y no muy segura de la idea de volver a endeudarse, comenzó a reconsiderar la idea de comprar:

“Tenía que tomar una decisión ‘¿quiero poner una x cantidad de dólares [que obtuve después de vender mi casa] en esta propiedad y luego trabajar en exceso cada día desde el amanecer hasta el atardecer para mantenerla reparada, o quiero tomar este dinero y construir algo que se adecué a ?’”

Mientras exploraba sus opciones, Stone encontró algunas fotos de casitas pequeñas en la web y se enamoró casi instantáneamente. “¿Has visto las casitas de Tiny Texas Houses?¡Son obras de arte!”, señala.

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Abandonó su plan de comprar la casa de 150 años y en vez de eso, puso el dinero que obtuvo de la venta de su antigua casa en un lote en el Río Illinois. Ella dice que esta área es “hermosa” y agrega que “es el lugar en donde todo el mundo quiere vivir si es que eres de la zona”. Luego de esto, comisionó una casa de 74 metros cuadrados a nombre de Scott Stewart de Slabtown Customs en Mountain View, Ark. Stone y Stewart trabajaron juntos en el diseño y utilizaron pino de Arkansas y zinc corrugado como materiales de base. La casa se tardó cerca de seis meses en estar lista.

¿Tuvo algo que ver el factor ambiental en la decisión de Stone? “Absolutamente”, dice. Y desde que se mudó a la casa, le ha estado poniendo mucha más atención a la sustentabilidad y a la salud dentro de su estilo de vida. Pero otro factor igual de importante fue la idea de tener un estilo de vida más sencillo y libre de ataduras.

Stone me dice que no podría creer la cantidad de cosas de las que se ha deshecho desde que decidió ir por algo más pequeño. “La parte más difícil ha sido tener que deshacerme de los libros, es un proceso que está en curso”, dice ella. “Pero aun ahora, sigo teniendo todo lo que necesito”.

Ella también reacciona en contra de la cultura estadounidense de “comprar más”. “En los Estados Unidos, usualmente somos definidos y nos definimos a nosotros mismos también, por lo que hacemos con nuestras vidas y lo que poseemos. ‘Esto es lo que hago, esto es lo que tengo.’ Pero eso no calza con mi manera de ser en el mundo. No tiene sentido a largo plazo, para nadie. No es saludable”, dice.

Al optar por algo más pequeño y sencillo por sobre algo grande y lujoso, ¿estarán Stone, Nithya y Muller viviendo el nuevo sueño? En el clima económico actual, una cultura de excesos parece algo cada vez más ridículo y más y más gente está comenzando a cuestionar el estilo de vida facilitado por la deuda. Al hablar con fanáticos y entusiastas de las casitas pequeñas, generalmente se escuchan términos como: asequibilidad, sencillez, poder vivir mediante tus propios medios. Hay un claro foco puesto en la capacidad de poder aliviarnos de las cargas que tienen las posesiones materiales y fijarnos en cosas que no tengan que ver con dinero.

Estas pueden sonar como ideas un tanto radicales, como declaraciones ostentosas de anarquistas locos o hippies, pero las personas que se comprometen con estas ideas son inteligentes, con educación y, para un propósito más práctico, bastante normales.

Así como las casas de Stone y Nithya, hay otros modelos que ya se han hecho conocidos como la Rotor House del diseñador alemán, Luigi Colani o la casa compacta de Richard Horden, un arquitecto inglés, que ya se ha utilizado en algunas zonas de Europa. De hecho en Alemania en la Universidad de Múnich construyeron una villa de siete casas micro compactas para que los alumnos arrienden mientras estudian en el campus.  

httpv://www.youtube.com/watch?v=8H7acnC6Uoo

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