Por Romina Bevilacqua
15 septiembre, 2014

En el Dutch Design Week de 2013 realizado en Eindhoven, la diseñadora portuguesa Susana Soares presentó un artefacto que podría dejar a muchos con la boca abierta…literalmente.

Se trata de un recipiente de vidrio compuesto de dos cámaras y que puede detectar el cáncer utilizando abejas  productoras de miel también conocidas como apis. Conocidas por su extraordinario sentido del olfato, estas abejas pueden detectar las moléculas en el aire en un rango de un trillón y pueden ser entrenadas para reconocer ciertos olores asociados con enfermedades pulmonares, cutáneas, cáncer de páncreas y tuberculosis.

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La cámara más pequeña del artefacto es una especie de espacio de diagnosis en el que la persona exhala. Las abejas, que han sido previamente entrenadas, se mantienen en la cámara más grande y si perciben un olor de los que se les enseñó en su entrenamiento, se apresuran para ir al centro del recipiente. El tubo curvo del exterior está hecho para mantener a las abejas alejadas del centro. Cuando una persona exhala, su aliento se vuelve visible en el artefacto gracias al fenómeno de condensación.

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Las abejas pueden ser entrenadas en solo 10 minutos usando el reflejo de Pavlov, que conecta ciertos olores con recompensas de comida. Así, una vez que estas son expuestas a un olor, son alimentadas con una solución de azúcar y agua, una recompensa que recordarán durante toda su vida (que dura solo de cinco a seis semanas).

Diversos científicos han establecido que las abejas pueden diagnosticar de manera certera algunos tipos de enfermedades y por lo mismo la medicina las utiliza muchas veces como biosensores. Esto debido a que son particularmente sensibles a las feromonas de las glándulas apocrinas, que contienen importante información acerca de la salud de las personas.

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