Por Romina Bevilacqua
10 abril, 2015

Un trágico final que nos recuerda que no debemos alimentar a la fauna silvestre. 

James York estaba sentado junto al camino fotografiando el paisaje y los alces a una distancia prudente en el Parque Nacional de las Montañas Humeantes, cuando un joven alce decidió comenzar un pequeño duelo. Se acercó lentamente hacia York que estaba sentado en el piso y cuando el fotógrafo notó que algo andaba mal ya era muy tarde para escapar. Todo lo que pudo hacer fue quedarse quieto, agacharse para protegerse y esperar que el alce se aburriera de desafiarlo. No fue una escena particularmente violenta y York tuvo mucha paciencia, pero durante los 7 minutos que dura el video que se viralizó en pocos días, la tensión es evidente.

Como se muestra en el video ninguno de los dos salió herido, sin embargo esta historia acabaría trágicamente un mes después del incidente cuando aplicaron la eutanasia al alce. Según los guardaparques el hecho de que tuvieran que sacrificar al animal no tuvo relación con que el video se masificara, pero la vocera del parque, Dana Soehn, sí señaló que “fue el primer incidente del que sabemos donde un alce tuvo contacto físico. Eso fue una señal de alerta; el contacto físico intensificó nuestra decisión”, informó Mother Nature Network.

httpv://youtu.be/xGQExgOxZMQ

El video fue grabado el 20 de octubre de 2013 y el alce murió el 15 de noviembre del mismo año. Según los guardaparques la decisión de sacrificarlo se debió a que el animal ya había perdido el miedo a los humanos. Probaron todas las opciones posibles antes de matarlo, querían que volviera a tener miedo para que otra situación como esta –o una peor– no se repitiera, pero no hubo caso. En 28 ocasiones utilizaron técnicas  –que suelen incluir petardos sonoros lanzados cerca del animal, perseguir al animal o dispararle con balines que asustan pero no dañan a los animales–, para disuadirlo de acercarse a las personas o caminos, pero no funcionó.

Luego explicaron que “Este otoño, ha habido diversos casos de alces que se han vuelto condicionados a los alimentos. Hemos tenido reportes de visitantes que los han alimentado y luego los alces han comenzado a acercarse cada vez más a las personas. Una patata frita sí hace una gran diferencia“, señala Soehn. Cuando las personas alimentan a los animales estos comienzan a asociar a los humanos con comida y eso usualmente lleva a un cambio en su comportamiento que en ocasiones puede causar daños físicos a personas o propiedades. También tiene un efecto negativo en la salud de los animales además de causar una dependencia de este tipo de fuentes de alimento que vuelven a los animales más vulnerables a atropellos o ataques de depredadores –además del daño que algunos humanos puedan causarle–.