**Este artículo fue escrito originalmente por Kristin Wartman en el Huffington Post.
El día martes 18 de noviembre el Congreso de Estados Unidos anunció que la pizza congelada era un vegetal. El Congreso votó a favor de revocar las nuevas pautas del Departamento de Agricultura con respecto a los almuerzos escolares, las que han aumentado la cantidad de frutas y vegetales frescos en los casinos escolares y en su lugar declaró que la salsa de tomate de la pizza congelada calificaba como un vegetal.
Esto se debe a las grandes empresas de alimentos –en este caso ConAgra y Schwan– que presionaron al Congreso para llevar a cabo sus intereses financieros. Simplemente no les conviene a los fabricantes de pizza congelada, nuggets de pollo y frituras que las escuelas ofrezcan comida “de verdad”, en forma de frutas y verduras frescas.
Muchos legisladores conservadores insisten en que el gobierno federal no debería decirle a la gente qué comer. Este es el mismo argumento utilizado por Sarah Palin contra la campaña de Michelle Obama ¡Let’s move! (Movámonos en español). Pero el gobierno claramente no controla los alimentos que los estadounidenses comen. Las empresas lo hacen. ConAgra y Schwan están determinando literalmente lo que la gran mayoría de los niños estadounidenses en edad escolar consumen en los comedores escolares: Un brebaje químico hecho de tal manera que se asemeje un poco a una pizza. Estos son los ingredientes de la “pizza tradicional de escuela 4×6” hecha por ConAgra:
MASA: (harina de trigo enriquecida (harina de trigo blanqueada, harina de cebada malteada, niacina, hierro reducido, mononitrato de tiamina, riboflavina, ácido fólico), agua, aceite de soja, dextrosa, polvo de hornear (bicarbonato de sodio, sulfato de aluminio y sodio, almidón de maíz, fosfato monocálcico , sulfato de calcio), levaduras (levadura, almidón, monoestearato de sorbitán, ácido ascórbico), sal, acondicionadores de masa (harina de trigo, sal, aceite de soja, L-cisteína, ácido ascórbico, enzima fúngica), gluten de trigo, harina de soja).
SALSA: (agua, salsa de tomate (31 por ciento TSNS), condimento pizza (sal, azúcar, especias, cebolla deshidratada, goma de xantano, ajo en polvo, sorbato de potasio, ácido cítrico, fosfato tricálcico y aceite de soja para prevenir el apelmazamiento), almidón alimenticio modificado). Mozarela rayado.
QUESO: (leche semidescremada pasteurizada, cultivos de queso, sal, enzimas). Mozarela rayado.
SUBSTITUTO DE QUESO: (agua, aceite (aceite de soja, aceite de soja parcialmente hidrogenado con ácido cítrico), caseína, concentrado de proteína de leche, almidón modificado, contiene 2 por ciento o menos de los siguientes ingredientes: fosfato de aluminio y sodio, sal, ácido láctico, saborizante tipo queso mozzarella (queso, leche, sal), sólidos de leche, fosfato de disodio), fosfato de disodio, ácido sórbico, mezcla de nutrientes (óxido de magnesio, óxido de zinc, pantotenato de calcio, riboflavina y vitamina B-12), palmitato de vitamina A ).
Después de leer los ingredientes es probable que muchos de nosotros ya dudemos de que es efectivamente pizza…y mucho menos que es un vegetal. Esta votación del Congreso deja muy claro quién manda a la hora de alimentar a los niños. Según el New York Times, las empresas de alimentos han gastado $ 5.6 millones en publicidad contra estas nuevas reglas.
Mientras tanto, el escritor Ed Bruske nos explica un punto muy importante, él escribe:
[Esto] también proporciona una vívida ilustración de lo que sucede cuando persigues a los alimentos favoritos de los niños. La pizza es la comida preferida en el almuerzo de la escuela, seguida muy de cerca por las papas en todas sus formas. En esencia, las nuevas directrices propuestas han reducido drásticamente el consumo de estos alimentos favoritos de los niños y los han reemplazado con las cosas que odian: verduras, frijoles y granos enteros. Resulta que hay una enorme cantidad de dinero en juego detrás de los alimentos “preferidos” de los 32 millones de niños que participan en el programa de almuerzo escolar nacional. Las compañías de alimentos congelados están protegiendo sus ingresos de la mejor manera que saben: usando su influencia sobre los congresistas locales.
Él continúa:
Otros intentos de luchar contra la pizza también han fracasado. En Berkeley, por ejemplo, los niños de escuela básica comen una pizza rectangular hecha con masa de trigo de producción local. Sin embargo, los chicos de educación intermedia, insisten en comer una pizza redonda, que proviene de un distribuidor de alimentos al por mayor… como he aprendido por experiencia propia, ya que mi hija va la escuela hace dos años en el Distrito de Columbia, los niños hacen todo lo posible para evitar los alimentos que los adultos consideran como “sanos”. Las verduras, frijoles y granos enteros normalmente son tirados a la basura. Los niños son capaces de pasar un largo tiempo sacando la espinaca de la lasaña, por ejemplo, antes de comenzar a devorar la pasta.
Por lo tanto, la verdadera pregunta es ¿por qué los niños quieren pizza, papas y pasta con tanta vehemencia, mientras evitan a toda costa las verduras verdes, frijoles y granos enteros? No siempre ha sido de esta manera. Hay que tener en cuenta que los alimentos industriales, tal como los conocemos hoy, sólo han existido por unos 60 años. Mucho de lo que se asume como cierto acerca de qué tipo de alimentos los niños aman y odian, es dictado en gran medida por la propia industria de la alimentación. La idea de que los niños no van a querer comer verduras es una idea inventada por la industria de alimentos y reforzada por los bien intencionados padres, los programas de almuerzos escolares y los funcionarios del gobierno.
En esto radica la brillantez de la industria de alimentos ya que no sólo ha creado una gran variedad de productos, sino que también ha creado la idea de que los niños quieren productos alimenticios industriales por encima de todo lo demás. Aunque la mayoría de los estadounidenses han comprado esta noción, simplemente no es verdad. Los niños de hace 100 años no podrían haber comido los alimentos industriales que los niños de hoy consumen. Pero escuchemos a los padres en la actualidad, están convencidos de que los niños sólo van a comer alimentos industriales. Bruske escribe que los estudiantes de la escuela intermedia en Berkeley “insisten” en comer pizza industrial redonda.
¿Cómo se inició esta noción? La industria de la comida está cambiando los paladares de nuestros hijos. Ellos constantemente están comiendo azúcar, productos salados y grasos, lo que termina ajustando la preferencia por ese tipo de sabor, hasta el punto en que los alimentos simples y reales parecen ser desabridos y poco atractivos. Mientras que la industria alimenticia insiste en que sus anuncios sólo “influyen sobre la preferencia de una marca”, un estudio publicado en la revista Appetite encontró que la industria alimenticia trabaja para “cambiar fundamentalmente los paladares de los niños, al aumentar la preferencia por los alimentos altamente procesados y menos nutritivos”.
Esto hace que sea aún más escandaloso que el Congreso no le haga frente a la industria de la comida y que permita que los intereses financieros triunfen sobre la salud y el bienestar de los niños norteamericanos. Ahora que uno de cada cinco niños de cuatro años es obeso y la salud de los niños está en un estado tan lamentable, que el movimiento de los alimentos podría tener algunos aliados improbables en este frente. De acuerdo con la Associated Press, un grupo de generales retirados criticó la medida tomada por el Congreso, afirmando que la decisión es un asunto de seguridad nacional, ya que la obesidad se ha convertido en la descalificación médica más grande del servicio militar. Amy Dawson Taggart, el director del grupo llamado “Misión: Preparación”, dijo en una carta a los miembros del Congreso antes de que se lanzara el plan final. “Estamos indignados de que el Congreso considere seriamente un lenguaje que podría categorizar efectivamente a la pizza como una verdura en el programa de almuerzo escolar“, agregó.
Pero esto es exactamente lo que el Congreso ha hecho. Ha decepcionado al pueblo estadounidense al no proteger a sus niños. Como Michele Simon astutamente señala: “el Congreso ha secuestrado el proceso de regulación del Departamento de Agricultura para cumplir las órdenes de la industria de los alimentos“. ¿Cuánto tiempo más vamos a permitir que aquellas industrias y nuestro gobierno propaguen mentiras sobre los alimentos y pongan en peligro la salud de los niños de nuestra nación para su beneficio económico y político?