Por Romina Bevilacqua
27 noviembre, 2014

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Cuando el recogedor de basura Nathan Binnie abrió un tarro el 30 de octubre en New Stanton, Pensilvania, se sorprendió con lo que encontró dentro. Acurrucada en una bolsa negra entre la basura había una perra joven, su cara salía de la bolsa. Luego de inspeccionarla bien, Binnie descubrió que la perra estaba raquítica y famélica –con la posibilidad de haber estado en la bolsa por tres días sin comida ni agua–. “(Ella estaba) muy flaca, sabes, quiero decir (podías ver) todos los huesos…estaba temblando y tiritando”, le dijo Binnie a la estación WTAE en Pittsburgh. “Fue horrible”, agregó. Binnie llamó a su despachador y le dio su almuerzo a la cachorrita mientras esperaban a que llegara.

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Binnie no solía mirar dentro de los tarros que recogía antes de tirarlos al camión. Le dijo a WTAE que no está seguro de qué lo hizo romper su hábito y mirar dentro de este tarro en particular, pero la perrita tiene mucha suerte de que lo haya hecho. Oficiales de la Sociedad Humana del Condado de Westmoreland llegaron a la escena a buscar a la perrita asustada. La Sociedad descubrió a través de un microchip en la perra que el animal había sido adoptada hace pocos meses del refugio del condado de Fayette y reveló que la previa dueña era Nicole Baker, quien admitió haber tirado a la perrita, Mia, a la basura antes de irse a vivir a Texas con su novio –días antes de que se encontrara al animal–. Las autoridades la han acusado y actualmente presenta cargos por crueldad animal.

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“Es ridículo”, le dijo el oficial de policía Jan Dillon de la Sociedad a WPXI. “Odio tener que decirlo, pero habría sido mejor si hubiesen dejado a la perra en la calle, al menos así habría podido tratar de conseguir algo para comer”. El policía Stephen Limani señaló además que las autoridades encontraron más evidencia incriminatoria en el teléfono de Baker después de haber leído mensajes de texto antiguos. “Baker había intencionadamente mal informado a la gente que le ofreció ayuda para cuidar de Mia, la perrita. Y admitió que en algún punto se dio cuenta de lo que estaba haciendo y que ella sabía completamente que estaba mal. Aún así puso a la perrita, su perrita, en un tarro de basura”.

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La cachorra de 10 meses, a quien le cambiaron el nombre por Fawna, estaba en muy mal estado cuando llegó a la Sociedad Humana del Condado de Westmoreland. Pesaba solo 7,7 kilos de los 22,6 que debe pesar una perra de su edad y estaba tan delgada que los veterinarios no podían sacarle sangre para hacerle pruebas. Por suerte, después de varios días en recuperación, Fawna se recuperó muy bien. De acuerdo con la página de Facebook del grupo ya ha ganado algo de peso y han habido numerosas llamadas para adoptar a la cachorra. “Los animales deberían ser tratados con el mismo respeto que los humanos”, dijo Binnie a WTAE. “Ellos viven, respiran, al igual que nosotros”.

¡Esperamos que la cachorra obtenga justicia!

Visto en: The Dodo, HuffPost, WTAE