Todos los cerebros se encogen a medida que vamos envejeciendo, pero un nuevo estudio demuestra que la cantidad de horas de dormimos –la falta de sueño— puede afectar cuán rápido nuestro cerebro se encoge, particularmente en personas sobre los 60 años.
“Encontramos que las dificultades para dormir (por ejemplo: problemas para dormirse, despertarse durante la noche, o despertarse demasiado temprano) fueron asociados con el incremento en la tasa de encogimiento del volumen de un cerebro en 3 a 5 años”, escribió en un mail a The Huffington Post el líder de la investigación Claire Sexton, DPhil con la Universidad de Oxford. “Muchos factores están vinculados con la tasa de cambio del volumen de un cerebro en el tiempo —incluyendo actividad física, presión arterial y los niveles de colesterol–. Nuestro estudio indica que el sueño es también un factor importante”.
El estudio, publicado este mes en la revista Neurology, es un estudio asociativo, lo que significa que no demuestra si el sueño causa una rápida contracción del cerebro o si una rápida contracción del cerebro es el resultado por dormir poco. Aun así, Sexton dijo que futuros estudios basados en sus descubrimientos pueden motivar a las personas a tomar sus horas de sueño con más seriedad.
“En el futuro, nos gustaría investigar si mejorar la calidad del sueño puede ayudar a reducir la disminución del volumen del cerebro”, escribió Sexton. “Si es así, esto podría ser una forma muy importante para mejorar la salud del cerebro”.
Para el estudio, Sexton evaluó a 147 adultos entre los 20 y 84 años de edad. Todos fueron sometidos a dos resonancias magnéticas del cerebro con un promedio de 3 a 5 años de distancia una de otra. También respondieron una encuesta sobre su calidad de sueño.
Entre los participantes, un 35% tenía una baja calidad de sueño (considera factores como el tiempo que se demora en quedarse dormido en la noche o el uso de pastillas para dormir, entre otras cosas). Sexton encontró que los escáners de esas personas mostraron una rápida disminución en la parte frontal, temporal y parietal del cerebro.
La parte del lóbulo frontal regula la toma de decisiones, emociones y movimientos, mientras que el lóbulo parietal es donde las letras y palabras se combinan en los pensamientos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud. Mientras tanto, el lóbulo temporal es asociado con la memoria y el aprendizaje.
La investigación de Sexton es el eco de otros estudios del sueño y envejecimiento del cerebro. Un estudio de un grupo de científicos de la Escuela Duke-NUS de Graduados de Medicina de Singapur publicado en julio, encontró que las personas que duermen menos horas tienen cerebros que envejecen más rápido (en este estudio se demostró una ampliación de un ventrículo cerebral, que es un determinador del deterioro cognitivo).
Otro estudio, del Centro Médico Beth Israel Deaconess de Nueva York, encontró que la disminución de un cierto grupo de neuronas se asociaba con altos indicadores de sueño interrumpido en adultos sobre 65 años. El efecto fue aún más evidente en un estudio donde participaron personas con Alzheimer.
El profesor de neurología y experto del sueño, Louis Ptacek, M.D, de la UC de San Francisco, elogió el estudio de Sexton como “razonable” por controlar factores como la masa corporal y la actividad física, que son conocidos por afectar los hábitos de sueño. Pero también dijo que los descubrimientos del estudio eran interesantes, pero no sorprendentes.
“Nosotros sabemos, por ejemplo, que muchas enfermedades neurodegenerativas conllevan muchos problemas de sueño”, dijo Ptacek al HuffPost. “No es el 100%, pero sabemos que los pacientes con Alzheimer, con demencia y Parkinson, todos tienen distintos trastornos de sueño”.
“No es sorprendente que el mal dormir sea asociado con el decrecimiento o aumento atrofiando diferentes partes del cerebro —de hecho, yo hubiera predicho eso”, señaló Ptacek. “Pero por supuesto, estos investigadores hicieron el estudio y lo comprobaron”, añadió.
Ptacek espera que mientras existan más estudios sobre la importancia del sueño, las personas comiencen seriamente a priorizar el dormir como otro aspecto de salud, en lugar de pensar que es aburrido o falso. Todavía tenemos un largo camino por recorrer, tanto en reconocer lo vital que es el sueño para el bienestar, como también financiar más investigaciones sobre los mecanismos del sueño, agregó.
“Todos nos pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo, e incluso así, el entendimiento de la importancia de tener una buena calidad de sueño en la salud, es todavía comparable a lo que era fumar y el tabaco hace 40 años atrás”, dijo Ptacek. “Nos sabemos casi nada sobre la mecánica básica del sueño: ¿Qué es realmente el sueño, y por qué lo hacemos?”. Incluso en el 2014, “nadie tiene idea sobre las respuestas a estas preguntas”, dijo.