Por Romina Bevilacqua
26 enero, 2015

Sorprendidas estaban las autoridades cuando el pasado 15 de enero encontraron los cuerpos de 14 ballenas grises y 16 tortugas marinas “prietas”en la costa de la Laguna Ojo de Liebre, Guerrero Negro, en Baja California Sur. De las 14 ballenas que encontraron 13 de ellas eran ballenatos. Aunque a diferencia de lo que uno podría pensar ante un caso como este, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) determinaron que la muerte de los cetáceos fue “por causas naturales”.

La explicación que dieron es que en la zona se practica la crianza de estos mamíferos –son una especie declarada como “sujeta a protección especial” en el país– y hay ocasiones en las que los ballenatos se pierden o son abandonados por sus madres, por lo que no reciben el alimento que necesitan y fallecen de hambre. Y de acuerdo a los peritajes, ninguno de los cuerpos tenía laceraciones o heridas que pudieran explicar una muerte, por ejemplo, a causa de embarcaciones.

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La explicación del fallecimiento de las tortugas sin embargo fue algo diferente. También se declaró su muerte por causas naturales, pero la razón principal fue el congelamiento. De acuerdo con las primeras investigaciones, se deduce que las tortugas murieron por hipotermia, causada por las bajas temperaturas que se suscitaron en el área, debido a los frentes fríos presentados en las últimas fechas en el área.

Un evento similar ocurrió en el área en enero de 2014, cuando se encontraron 17 tortugas marinas muertas de la misma especie, siendo las bajas temperaturas la causa de su deceso, por lo que este evento se da de manera recurrente cada año. Todos los quelonios marinos que se reproducen en México están protegidos por la NOM-059-SEMARNAT-2010, en la que aparecen con la categoría “P”, es decir “en peligro de extinción”.

Visto en: Aristegui Noticias